Cristian Campos – El Español

 Los vascos «somos muy especialitos», me decía el lunes un político del PP mientras analizaba los resultados de las elecciones regionales vascas. «¡Acabáramos!» pensé. Toda una vida oyendo eso de «los catalanes somos especiales» y ahora la cosa cuaja también en el País Vasco.

Al menos en el País Vasco le añaden el -ito para que la cosa suene como un defecto propio y no como una minusvalía ajena. Hasta en eso son los vascos más inteligentes que los agrocarlistas catalanes.

En realidad, no hay un solo español en España que no se sienta totalmente ajeno a las costumbres y los vicios de esos indígenas montaraces que viven dos metros más allá del cartel de Fomento que delimita su comunidad autónoma. «A partir de aquí, monstruos», deberían escribir en esos carteles, como en las cartas marítimas previas al descubrimiento de América.

En cualquier caso, las que han convencido a los vascos de que ellos son muy especialitos son las elites madrileñas, que han resultado ser más sabinoaranistas que los propios peneuvistas.

La rareza vasca se concreta, según los sesudos análisis fabricados por los políticos y los periodistas capitalinos, en que los vascos «quieren vivir bien». Por eso, se ve, votan al PNV, que es el partido que les garantiza la buena vida. ¡Menudos perros verdes, los vascos!

Los vascos quieren vivir bien a diferencia de los cordobeses, los conquenses y los vallisoletanos, que se ve que disfrutan con el tormento.

Arcadi Espada dijo que Cádiz es un lugar creado para el pecado. Pues imagínenlo con un régimen fiscal como el vasco. Con una sola década de cupo, en las fuentes públicas nadarían los atunes de Barbate y hasta esos gaditanos que lucen tatuajes hechos con tinta de calamar taleguera dirían que ellos son muy especialitos.

Los vascos, en definitiva, quieren vivir bien. Ya saben, el famoso epicureísmo vasco. Los sibaritas del levantamiento de piedras y la voluptuosidad del aurresku. Como decía uno en Twitter, mientras Diego Velázquez aprendía el oficio en el taller de Francisco Herrera el Viejo y los holandeses se esforzaban por copiar a los maestros sevillanos, en el País Vasco andaban soplando en flautas hechas con cuernos de cabra.

Lo cual no quiere decir nada. Nueva York era un pantano en el siglo XVI y hoy vive allí Jennifer Connelly. Su progreso es innegable. Pero quizá va siendo hora de abandonar el enfoque genético-esencialista-sociológico-identitario-culturista como herramienta de análisis del fenotipo vasco y de pasarse al enfoque pragmático de la cosa. Es decir, al financiero. Porque no hay hijo de millonario que no sea especialito y hasta un poquito egoistillo, visto de cerquita.

En el País Vasco no se vive bien porque se vote al PNV sino que se vota al PNV por ser la garantía de un statu quo perfectamente replicable en cualquier otro rincón de España.

Hagan la prueba:

1. Escojan la comunidad española más deprimida y económicamente irrelevante que les venga a la cabeza. Llamémosla comunidad X.

2. Concédanle a esa comunidad X privilegios industriales y financieros durante varias décadas. Observen brotar en ella entidades bancarias de todo tipo. Justifiquen esos privilegios con algún oscuro fuero medieval contemporáneo de los diezmos y los derechos de pernada.

3. Protejan su industria señera, pongamos por caso la del hierro y el acero, con aranceles capaces de desincentivar a cualquier competidor.

4. Vean su población incrementarse un 30 o un 40% mientras la de las comunidades limítrofes crece al 8 o el 9%.

5. Observen los cambios sociales como lo haría un entomólogo. No tardará en brotar un racista churrigueresco que vomitará una tesis supremacista sobre la innata superioridad de los habitantes de la comunidad X frente a los del resto de España.

6. Impongan una dictadura de cuarenta años que perpetúe los privilegios concedidos a la aristocracia del lugar en pago por los servicios prestados durante el golpe de Estado.

7. Creen un grupo terrorista que asesine a más de 800 personas y aterrorice a todos aquellos que discrepan de la ideología de los caciques dominantes en la comunidad X.

8. Concédanle a la comunidad X un régimen fiscal que la libere de contribuir a la caja común y reduzca su solidaridad a una limosna prácticamente voluntaria. Calculen el monto de la solidaridad de esa comunidad X con el resto de comunidades españolas como lo haría el Tío Gilito con su propio dinero.

9. Observen a 200.000 ciudadanos de la región, precisamente aquellos que suponen un estorbo para la consolidación de la ideología identitaria dominante en esa comunidad X, huir de ella para no volver jamás.

10. Vean como algún minúsculo elemento identitario, por ejemplo, una lengua regional irrelevante y hablada por un minúsculo porcentaje de la población, es convertido en símbolo de la comunidad X y señalado como prueba autoevidente de la «personalidad diferenciada» de esta.

11. Observen como el inmenso caudal de dinero generado por la región es reinvertido en la creación de un régimen caudillista del que viven, directa o indirectamente, una buena parte de sus ciudadanos.

12. Observen como se establecen barreras de entrada basadas en la lengua y la pertenencia a la casta dominante para los mejores puestos de trabajo privados de la comunidad y para el 100% de los públicos.

13. Observen como los partidos de la oposición adoptan poco a poco la ideología del cacique dominante y como la mitad de la población se abstiene de votar e incluso de opinar en público para no ser señalado, marginado o atacado por los más burros de la región.

14. Observen como un censo electoral previamente depurado de 200.000 desafectos, suficientes para hacer ganar los comicios a cualquier partido de la región, hace que estos sean ganados una y otra vez por partidos que defienden la ideología dominante.

15. Mientras hacen todo eso, traten ustedes al País Vasco como el Estado español ha tratado tradicionalmente a Andalucía, Extremadura, Murcia y las dos Castillas.

Ya tienen ustedes una comunidad X de especialitos que gustan de la buena vida. No como esos vascos agrestes gobernados por un PSOE que les roba el dinero de los ERE, se lo gasta en putas y se alía luego con los caciques de esa misma comunidad X en contra de aquellos que piden igualdad para todos los españoles.

De verdad. Que alguien haga la prueba. Aunque sólo sea porque es sano cambiar de especialitos cada 200 años.