Dice Florencio Domínguez en esta entrevista ser «escéptico sobre las consecuencias electorales del terrorismo. Los ciudadanos, en el pasado, no han castigado ni premiado a los gobiernos por sus políticas antiterroristas, tanto si iban a negociar como si organizaban el GAL. No les han premiado cuando conseguían éxitos, ni les han hecho responsables cuando fracasaban y había atentados.
Florencio Domínguez (1956) nació en Caparroso (Navarra). Licenciado y Doctor en Comunicación por la Universidad de Navarra, es redactor jefe de la agencia Vasco Press y firma habitual en diversos medios de comunicación. Está considerado como uno de los mayores expertos en ETA. Ha escrito media docena de libros sobre la historia, la estrategia o los entresijos de ETA. Entre ellos “Historia de ETA” (escrito conjuntamente con José María Garmendia y Gurutz Jáuregui), “Dentro de ETA, la vida diaria de los terroristas”; “ETA en Cataluña, desde Terra Lliure hasta Carod Rovira” o “Josu Ternera. Una vida en ETA”.
-¿La primera intención nada más conocer este último comunicado de ETA le lleva a repasar lo sucedido en estos últimos meses, o a prepararse para lo que viene?
-Las dos cosas son necesarias a un tiempo. Es precisa una revisión crítica de lo que ha ocurrido con “el proceso”, de la forma en que se ha gestionado, de los evidentes errores de apreciación cometidos. No se puede pretender, como hace el presidente del Gobierno, que se han hecho las cosas bien y que quienes se equivocan son los terroristas y la oposición democrática. La eficacia de la política antiterrorista en el futuro depende de que el poder sea capaz de ser autocrítico, para no tropezar dos veces en la misma piedra. Además, naturalmente, cuando ETA ha anunciado que vuelve a atentar hay que preparar las estrategias policiales, políticas, judiciales y sociales para afrontar la nueva situación.
-Unos dicen que ETA está más fuerte que antes de la tregua y otros lo dudan. Pero, ¿cómo nos encuentra ETA a la sociedad española?
-El balance que ETA puede hacer de lo ocurrido en estos meses es que los dos grandes partidos y la sociedad española han quedado muy divididos como consecuencia de la política de negociación con los terroristas, una política que se puso en marcha rompiendo el consenso existente con anterioridad.
-Una encuesta realizada por el Gobierno vasco justo después de la ruptura de la tregua dice que una mayoría de los vascos quiere que se siga dialogando con ETA. ¿Síndrome de Estocolmo, propaganda del nacionalismo gobernante…?
-Cuando la totalidad de las formaciones políticas, con la excepción del PP y algunos otros críticos fuera de las filas de este partido, llevan meses y meses invocando las bondades del diálogo con los terroristas sin tener en cuenta ninguna otra circunstancia, ni los límites de ese diálogo, ni la voluntad de ETA, ni nada de nada, es normal que muchos ciudadanos acaben comprando esa mercancía. Y en el País Vasco más que en cualquier otra parte porque la posición histórica del nacionalismo ha sido siempre la defensa del diálogo a ciegas. La pedagogía de los líderes políticos y de muchos dirigentes sociales y hasta de la Iglesia acaba teniendo su efecto en los ciudadanos. Con quien no tiene éxito es con los terroristas.
-¿Cree que es posible, incluso para los más expertos en ETA, ponerse en el lugar y en el pensamiento de esta gente o, por el contrario, su comportamiento es tan evidente que despista?
-ETA es una organización secreta y clandestina y la información que tenemos de ella nos llega siempre con retraso. Aunque no nos podemos poner en su mente, su comportamiento, aunque asesinen, también está basado en ciertos parámetros y criterios lógicos –de su propia lógica, eso sí- que nos permiten saber por dónde se va a mover. No son unos locos irracionales, sino que su comportamiento es perfectamente racional: pretenden unos objetivos, utilizan unos medios y una estrategia determinada para conseguirlos. Las líneas maestras de su actuación las conocemos y podemos prever las consecuencias. Podemos cometer errores de evaluación, pero se despistan mucho más quienes prescinden de la experiencia pasada y de los datos que tenemos para analizar la estrategia etarra.
-Usted ha escrito tras el fin de esta tregua que “ETA se sienta en una mesa no con la idea de cerrar un acuerdo definitivo, sino con la convicción de que cuando se levante de ella estará en mejor posición que al inicio de las conversaciones”. ¿Han logrado este objetivo?
-Gracias al “proceso” ETA ha conseguido dinamitar el Acuerdo por las Libertades y contra el Terrorismo, ha puesto en entredicho la Ley de Partidos al forzar la vuelta de Batasuna a las instituciones, ha conseguido forzar una negociación política fuera de las instituciones democráticas, aunque no haya habido acuerdo, y ha dividido a los dos grandes partidos españoles de forma irreconciliable. Sólo por eso a ETA le ha merecido la pena la operación.
-¿Ve factible que PSOE y PP anuncien alguna vez el compromiso de que nunca y bajo ninguna circunstancia se va a negociar con los terroristas o es inevitable ceder en algo para que desaparezcan?
-Ese compromiso ya lo tuvimos en el año 2000 gracias al Acuerdo por las Libertades y contra el Terrorismo suscrito por el PSOE y el PP. No volveremos a tener un compromiso tan sólido como ese y, desde luego, no con este Gobierno que sigue pensando en que debe intentarlo una y otra vez.
-Una de las cantinelas más frecuentes todos estos meses ha sido que muchos de los simpatizantes de ETA no iban a aceptar un regreso a los atentados. Parece que esta vieja teoría ha vuelto a caer inmediatamente en el olvido e, incluso, se asegura que esta vez no habrá escisiones tipo Aralar.
-ETA y Batasuna se han pasado meses mentalizando a sus bases de que la ruptura era inevitable y que los culpables eran todos menos ellos. De esta manera se han asegurado el apoyo de sus simpatizantes. No habrá rupturas organizadas porque en Batasuna no hay líderes que tengan el valor de enfrentarse a ETA ni que quieran hacerlo.
-¿Se atreverá ETA a asesinar a cargos electos nacionalistas o sus objetivos seguirán siendo los de siempre?
-A pesar de que ETA está formulando declaraciones que resultan amenazadoras contra algunos dirigentes nacionalistas, todavía hay un largo trecho hasta que den el paso de asesinar a electos nacionalistas. El “comando Urederra”, desarticulado en marzo por la Guardia Civil, tenía excluidos a los miembros del PNV –y de otros partidos- de la lista de objetivos. Es más probable que ocurra como otras veces, que para castigar al PNV, ETA se cebe con los ertzainas.
-Algunos cargos políticos nacionalistas hablan estos días con pesar y preocupación de la posibilidad de tener que vivir escoltados. No sé si lo hacen con la ingenuidad o con el cinismo del que hasta ahora se sentía poseedor de un seguro anti atentados.
-Las cosas se ven de distinta manera cuando uno es el torero que está en la plaza lidiando con el toro que cuando uno está tras el burladero. Ahora, por primera vez, muchos cargos nacionalistas tienen la sensación de que ellos también pueden ser corneados en esta lidia y empiezan a sentir más empatía por quienes llevan años amenazados por los terroristas. No es lo mismo estar preocupado por los otros, sabiendo que tú estás a salvo, que sentir que tú eres también uno de esos otros. Es lo que están descubriendo estos días muchos nacionalistas y sus familias.
-Dice el presidente Zapatero que va a ser “implacable” contra el terrorismo. ¿Se atreve a traducir esta afirmación en hechos?
-El presidente tendrá que demostrar en qué se traducen sus palabras. Su discurso tiene dos destinatarios: los ciudadanos, que necesitan que su primer dirigente político les dé seguridad, y los terroristas, a quienes hay que decirles cuáles son los límites del Estado. Puede que esas palabras tengan su efecto en muchos ciudadanos, pero los etarras se las van a tomar a beneficio de inventario porque, tal como ha discurrido el “proceso”, está en su mano repetir otra vez la operación.
-¿Es posible una unidad de acción entre el Gobierno y el Partido Popular contra ETA? ¿Es necesaria?
-La unidad es necesaria y eficaz, pero no en abstracto, sino sobre la base de compromisos y estrategias compartidas. La unidad no es lo mismo que una fe ciega. En política, incluida la política antiterrorista, no caben adhesiones inquebrantables. Cabe el pacto, el establecimiento de objetivos compartidos y de estrategias para conseguirlos. Es lo que dijo en la tregua de 1999 el entonces secretario general del PSOE, Joaquín Almunia, al Gobierno de Aznar: los socialistas “no van a tener una actitud seguidista haga lo que haga el Gobierno. Nuestro deseo es coincidir, pero la coincidencia debe basarse en posiciones asumibles por todos, no en planteamientos hechos por unos y seguidos por otros”.
-¿Intuye De Juana que si hace otra huelga de hambre esta vez no habrá premio?
-De Juana echó un pulso cuando vio que tenía posibilidades de ganar, pero se ha abstenido de hacerlo cuando ha percibido que lo perdía. Una cosa es ser un asesino y otra muy distinta un suicida.
-Este hoy miro para otro lado y mañana te detengo, ¿en qué lugar deja a la Justicia?
-El afán de implicar a la Justicia en las operaciones políticas del Gobierno supone un daño para la imagen y la credibilidad de la Justicia. La sentencia de un acusado tiene que depender de la ley y las pruebas existentes, no de la oportunidad del día del juicio. Luego, el Gobierno tiene el poder de indultar si lo cree conveniente, pues que ejerza esa competencia y se lo explique a los ciudadanos. No se puede pretender que los magistrados hagan el trabajo sucio que no quiere hacer el poder político.
-ETA sabe que con esta ruptura y si, además, empieza a poner muertos en la mesa, aumentan las posibilidades de que el PP gane las próximas elecciones. ¿Además de saberlo, lo pretende o le da igual quién gobierne?
-ETA pretende dar una lección a Zapatero, pero todavía no ha renunciado a entenderse algún día con él. Los terroristas pretenden poner de manifiesto la debilidad de su posición para que acepte en la negociación lo que no ha aceptado en los meses pasados, pero no creo que se les pase por la cabeza favorecer al PP. En todo caso, yo soy escéptico sobre las consecuencias electorales del terrorismo. Los ciudadanos españoles, en el pasado, no han castigado ni premiado a los gobiernos por sus políticas antiterroristas aplicadas a ETA, tanto si iban a negociar con la banda como si organizaban el GAL. No les han premiado a los gobiernos cuando conseguían éxitos, ni les han hecho responsables cuando fracasaban y había atentados.
BASTAYA.ORG, 13/6/2007