JUAN CARLOS VILORIA-El Correo

La detención del expresidente Puigdemont en Alemania en cumplimiento de una euroorden del Tribunal Supremo ha activado algunos tics de la prensa europea que creíamos ya superados después de cuarenta años de democracia. Los ‘europrogres’ de algunos medios como ‘The Times’, ‘Der Spiegel’, ‘Süddeutsche Zeitung’, ‘Libération’, han desempolvado la camiseta del Che, la cazadora del 68, y el ‘libro Rojo de Mao’ para mirar a España. Ya hemos podido leer alusiones a «la vuelta del franquismo», e incluso al fusilamiento de Lluís Companys como si la historia se hubiera quedado congelada. Los diarios más influyentes de Alemania se han posicionado contra la extradición como si Puigdemont fuera un político perseguido por sus ideas. Los británicos como el ‘Times’, en su más puro estilo supremacista en lo político y en lo moral, sermonean «a Madrid» dando lecciones sobre cómo debe resolver el problema catalán. Recién salidos de un referéndum sobre el ‘Brexit’ con más trampas que una película de chinos no están para dar muchos consejos. Pero les puede la tentación de alinearse con todas las causas que puedan debilitar a un país que siempre han considerado su segunda residencia. Salvando las distancias, podemos estar recreando, viejos tiempos en los que el progresismo europeo llamaba a ETA: los luchadores vascos. Los tiempos en que conseguir la extradición de un acusado de terrorismo se encontraba con la oposición y solidaridad de todos los comités habidos y por haber desde Bélgica a Alemania pasando por Estocolmo. Y no es para tomárselo a broma porque costó más esfuerzo bajar del burro a la prensa ‘progre’ europea que a los gobiernos. Mitterrand empezó a entender y admitir el problema del terrorismo de ETA antes que ‘Le Monde’. Ahora está ocurriendo algo parecido. Mientras todos los ejecutivos europeos, con el único matiz de los belgas, saben y actúan en consecuencia, que la democracia española se enfrenta a un golpe secesionista orquestado y organizado desde las instituciones catalanas, la prensa diletante a izquierda –y en ocasiones a derecha– está ofreciendo a sus lectores la versión de unos políticos de Cataluña amordazados y perseguidos por la represión de un gobierno heredero del franquismo. Pero como el lobby de los defensores de causas minoritarias, aunque sean totalitarias, no controla sólo algunos medios informativos sino que está bien asentado en ‘Unescos’ y demás, ha tenido que dar la nota también el Comité de Derechos Humanos de la ONU. Atentos a la pantalla porque entre bolivarianos, los del pañuelo palestino y demás, pueden acabar convirtiendo a los golpistas en víctimas y a las víctimas en golpistas. Es urgente una labor informativa, diplomática, pedagógica, en los medios europeos, para revertir esta frívola actitud. Porque si pasamos de la sonrisa a la barricada en Cataluña va a ser necesaria toda la complicidad y lealtad de los demócratas europeos a los demócratas españoles.