IÑAKI EZKERRA

  • Lo que va a ofrecernos Sánchez es un elogioso balance sobre su gestión
La invocación a los «expertos» llegó a su apoteosis en boca del Gobierno durante la llamada «desescalada» y para justificar por qué al País Vasco o a Cataluña les daba carta blanca para acceder a la denominada «nueva normalidad» mientras se la negaba a Madrid o a Castilla y León. El reconocimiento posterior y explícito por parte del propio Ejecutivo sanchista de la inexistencia de tal comité desveló la arbitrariedad por la que se habían regido sus desescaladoras preferencias. Si no existían los expertos, a cuya imaginaria autoridad habían apelado Illa, Simón y el mismo Sánchez en sus comparecencias públicas, las decisiones de éstos habían sido exclusivamente políticas. Y que la perpetración confesa de tal fraude en una grave cuestión de salud pública no se haya cobrado ni una sola dimisión es un hecho que simplemente marca un hito en la historia universal de la marrullería y la canallocracia, palabra que rescato de Rubén Darío.

Por si no nos hubiéramos quedado bien servidos con la segunda ola de contagios que ha traído aquel desescalador y trágico plan, Sánchez vuelve a sacar a los expertos a la arena del circo mediático. Y lo hace sobre la base de un truco de primer curso de mago. Lo que llevan cinco meses exigiendo un nutrido grupo de epidemiólogos de élite (o sea, de expertos de verdad) y la Federación de Asociaciones Científico Médicas Españolas en pleno es una evaluación de profesionales cualificados e independientes sobre su gestión sanitaria de la pandemia. En vez de eso, lo que va a ofrecernos mañana el presidente es el informe sobre su belleza rigurosamente elaborado por el espejito mágico de la bruja de Blancanieves. Lo que va a ofrecernos es un vaporoso y elogioso balance (fabricado por nueve «expertos» elegidos a dedo por él mismo) sobre su gestión política y económica general en el año que lleva de legislatura, incluyendo como logro la aprobación de los Presupuestos. O sea, algo que no tiene nada que ver con lo que se le ha pedido y que sólo tienen legitimidad democrática para ofrecer la propia ciudadanía y sus representantes electos, no unos catedráticos en Ciencias Sociales que más bien son la expresión de un fracaso: el del propio Sánchez para rodearse de la peña de la Zeja que jaleó a Zapatero.

Tratar de vendernos la posesión de un puesto académico como garantía de autoridad ética y crítica es de un infantilismo predemocrático y de una paleto-titulitis en la que aún no ha incurrido ni el patán de Maduro. El gran misterio es que no estén en esa comisión el propio doctor Sánchez y Carmen Calvo, siendo, como es ésta, experta en «expertitud». Visto el grupito de marras, yo creo que le daría más categoría a la foto.