Los faltos

Juan Carlos Girauta-ABC

  • No es forzoso correr a cantar las virtudes de un tal Bolaños, de quien nada sabían hace media hora

Cada día es más patente la rigidez del régimen en construcción. Cuando el Derecho se impone a las llamadas de Calvo en los órganos e instituciones librados de la toma, la contrariedad da paso al enojo, el enojo a la cólera y la cólera a la furia desatada. Destacan por su bajeza, en los habituales ataques personales contra magistrados desobedientes, los ‘hooligans’ de Sánchez y el podemita medio. El último, indignado de natural y en continua búsqueda de razones que justifiquen su sinvivir; el primero, crecido por las nuevas incorporaciones. Verán. Aquí, cuando consta que un gobierno va a durar aún dos años, al personal más falto de la burbuja político-mediática le parece una eternidad. Sienten una presión así en el pecho y se dicen que no tendrán futuro fuera del pesebre del momento, que nada les espera si se desvían del curso de la historia. Porque para el falto la historia es una cosa a veintitantos meses vista. ¡Qué ausencia de imaginación y de autocontrol!

¡Gentes del régimen en construcción: un poquito de contención! No es forzoso correr a cantar las virtudes de un tal Bolaños, de quien nada sabían hace media hora, ni pintarlo como un cruce de Sun Tzu con Metternich. Siempre habrá otro que llegue antes y se humille más que ustedes; siempre habrá otro que halle más brillo en el estólido, más agudeza en el romo. El oficio de lameculos es muy triste, y si no tienen ustedes, señores del régimen, pizca de orgullo en su reservorio moral, actúen al menos por interés, que parece ser lo único que entienden. Piensen, hombres de Dios, piensen: ayer se aplicaron en el trabajito de tragasables del Circo Price con Iván Redondo. Iván el Terrible, Iván el que manda de verdad en la sombra, Iván el que todo lo puede, oh… ¡Pamplinas! Sánchez baja el pulgar (o lo sube, que es como iba en Roma) y adiós Iván. Y ahora, que si Iván era la rana hinchada que explotó, que si un pobre diablo con dos libros de autoayuda dentro a juzgar por su testamento político, tarjetón de renglones torcidos.

Contención. Contención también en las elegías burlescas de quien fue objeto de sus diarias succiones, señores. ¿O quieren volver a hacer el ridículo mañana con Bolaños? Pues adelante, ustedes sabrán cómo se cotizan a sí mismos: de profesión, loadores de ‘naide’. Y dale, que si el abatido escribe en mayúsculas porque tiene vergüenza, y tal. Siempre se equivocan ustedes, señores del régimen sanchista. Lo que les daría vidilla ahora mismo sería mantenerse en la alabanza. Qué digo, ¡doblarla! Sostener que Redondo era un sabio, un espíritu único y sutil que se sacrificó por España, un santo que padece martirio. Reduzcan al absurdo, exalten al caído en desgracia, al que otros escupen para borrar su arrastrarse de ayer. O bien abominen del tal Bolaños desde el principio, tomen ventaja para cuando Sánchez rompa este juguete. Pero no lo harán porque se creen que dos años es toda la vida.