EL CORREO 10/07/13
Los gobiernos central y vasco lograron ayer frenar la crisis abierta entre Madrid y Vitoria a raíz de la designación de Jonan Fernández como secretario de Paz y Convivencia, agravada por la bronca pública que ha rodeado al memorial por las víctimas. La doble reunión que mantuvieron en Madrid los ‘número dos’ del Ministerio del Interior y la consejería de Seguridad, así como el propio excoordinador de Elkarri, que fue recibido –en un gesto a favor de rebajar la tensión– por el secretario de Estado, Francisco Martínez, permitió romper el hielo entre ambas administraciones y abrir, según coincidieron las partes implicadas, una nueva «etapa de diálogo».
La primera toma de contacto no sirvió para cerrar acuerdos de gran calado –tampoco se concibió con ese propósito–, si bien logró su objetivo: permitió desencallar la mala relación, o más bien la ausencia de ella, entre ambos gobiernos. El nombramiento de Jonan Fernández no fue recibido con buenos ojos en el Ejecutivo del PP, cuyos recelos hacia el que fuera concejal de HB, allá en los ochenta, han resultado más que evidentes. Prueba de ello es que Fernández y su equipo solicitaron el pasado mes de abril una reunión formal para abordar, entre otras cuestiones, la puesta en marcha del memorial por las víctimas. Pero la respuesta de Madrid no se hizo efectiva hasta ayer, dos meses después. Lo fue, además, gracias a la intervención de la consejera vasca de Seguridad y también a la apuesta del PP vasco por reconducir la polémica.
Estefanía Beltrán de Heredia abordó con el ministro del Interior, Jorge Fernández Díaz, la necesidad de cerrar una reunión entre ambos Ejecutivos el pasado 27 de junio, durante el homenaje anual que el Congreso celebra por las víctimas del terrorismo. Un acto en el que, según denunció el PNV, el ministro negó ostensiblemente el saludo a Jonan Fernández, también presente en la Cámara baja.
Aquel gesto, que en las filas jeltzales atribuyen a las «presiones» que a su juicio recibe el PP por parte de colectivos de víctimas como la AVT, constató una realidad: la difícil interlocución del secretario de Paz y Convivencia con el Gobierno central. Pero también dotó al encuentro celebrado ayer de un significado digno de reseña, cuanto menos a nivel político e institucional.
«Buena predisposición»
La reunión, que se desarrolló en un tono «correcto, afable e incluso distendido», constó en realidad de dos partes. En la primera se vieron las caras el secretario de Seguridad, Francisco Martínez, y el viceconsejero Josu Zubiaga, que departieron sobre aspectos técnicos de la colaboración entre los cuerpos policiales que uno y otro dirigen. Es más, ambos estuvieron acompañados por los máximos mandos de la Ertzaintza, la Policía y la Guardia Civil. En la cita, que se alargó durante dos horas, no se trató el repliegue de las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado que reclama el Gobierno vasco. El ministerio del Interior ha insistido en reiteradas ocasiones que no se plantea reducir los efectivos en Euskadi.
Fue, no obstante, en la segunda parte del encuentro cuando tomó la palabra Jonan Fernández. En esta ocasión estuvieron presentes el secretario de Estado, el viceconsejero vasco de Seguridad, la directora de Atención a Víctimas del Terrorismo del Gobierno central, Sonia Ramos, así como su homóloga en Euskadi, Mónica Hernando.
Los representantes de ambos gobiernos pusieron sobre la mesa sus puntos de vista sobre el memorial por las víctimas del terrorismo, cuya gestión y objetivos ha sido motivo de polémica en las últimas semanas. Según reveló al término del encuentro el secretario de Paz y Convivencia, las dos partes comprobaron que existe una «voluntad clara» de impulsar este centro, contemplado en la ley estatal de víctimas, y cuyo liderazgo corresponderá a Madrid. «Se permite la colaboración del Gobierno vasco, pero su dirección nunca se ha puesto en cuestión», afirmó Jonan Fernández. La duda, que queda
sujeta a futuros contactos entre las partes, será cómo participará Lakua en este proyecto. La postura del Ejecutivo central sobre esta materia es inequívoca. Es más, su objetivo es incluir una partida para iniciar su funcionamiento en los Presupuestos del Estado de 2014.
El plan de paz que el lehendakari, Iñigo Urkullu, hizo público a mediados de junio no ayudó a tender puentes entre ambas administraciones. Más bien al contrario. Si en Euskadi fue el PP vasco el encargado de censurar su contenido, por considerarlo escorado hacia la izquierda abertzale y abordar cuestiones que no son de su competencia –es el caso de la política penitenciaria–, los reproches desde Madrid no se hicieron esperar. Fue el propio ministro del Interior, Jorge Fernández Díaz, quien no dudó en mostrar públicamente sus recelos hacia el borrador impulsado por Jonan Fernández, al tiempo que reconoció que las discrepancias entre los dos gobiernos son «importantes y serias». «Estoy dispuesto a hablar de Franco todo lo que quieran. Pero no estoy dispuesto a que se confundan realidades tan diversas y se trate de diluir la responsabilidad de ETA», manifestó.
El secretario de Paz y Convivencia pasó ayer de puntillas sobre el plan de paz. Según revelaron desde Lakua, se abordaron cuestiones relacionadas con el mismo, si bien prefirieron no revelar cuáles para evitar entorpecer «este tipo de trabajos». Lo que está claro es que el Gobierno vasco deberá tratar con Madrid uno de los apartados concretos que recoge el borrador –sujeto a aportaciones–, que no es otro que el de la política penitenciaria. Y es que la competencia recae exclusivamente en el Ejecutivo central. En cualquier caso, y tras este primer cara a cara, ambos gobiernos han mostrado una «buena predisposición» a seguir en contacto, una puerta que hasta ahora permanecía cerrada. «Se ha abierto un camino que ha dejado trabajo pendiente para ambas partes, que reflexionaremos y volveremos a poner las cosas en común», se congratuló Fernández. El representante del Gobierno vasco recordó que «lo que está en juego es que Euskadi pueda afrontar un tiempo de paz, de fin de la violencia y de convivencia». «Y para que eso sea así –apostilló– es necesario que haya diálogo, normalización de relaciones y coordinación».