Los empresarios más notables de España, agrupados en el Ibex-35, clausuraron agosto en la Casa de América, donde el doctor Fraude puso en escena un Aló, presidente, como los del estado de alarma, pero sin plasma. Fue en vivo y en directo y sin preguntas. Los empresarios se revelaron como un público pastueño que acudió al trapo de buena fe y dio por buena la faena. Los que expresaron su posición manifestaron una coincidencia básica: “el presidente hoy ha estado muy bien” y no hubo ningún verso suelto que preguntase a las dos facciones del Gobierno por su intención de “subir los impuestos a los ricos”. Tampoco Pablo Iglesias preguntó a ninguno de los ricos presentes si llegada la ocasión de necesitar un trasplante, qué sé yo, un hígado o un riñón, pensaba pagar a un sicario para que eviscerase a un pobre y le llevase el material de recambio, porque ellos todo lo arreglan con dinero. Eso dijo Iglesias en un video cinco días antes, aunque la estupidez, tan armoniosamente acompañada por la infamia, estaba plagiada de un noticiero nacional de Tele Rebelde.
El caso es que allí se dieron cita el Gobierno en pleno, incluida la cópula de Galapagar y la cúpula empresarial, o sea, “los ricos y los mayordomos de los ricos”, uno de esos sintagmas que acuña Pablo y que repite con encantadora mansedumbre su novia de jornada. Iglesias platicaba alegremente con el presidente del BBVA, mientras ella hacía lo propio con la presidenta del Santander, a la que explicaría, supongo, el meollo del “solo sí es sí”.
¿Y qué les dijo del doctor Sánchez a los poderosos, a esa gente del Ibex-35 a los que acusaba de patrocinar a Ciudadanos? Pues les habló de la unidad. La cosa recuerda a la famosa conversación de Fernando de los Ríos con Lenin, cuando este preguntó: “Libertad, ¿para qué?” y el socialista rondeño respondió: “libertad para ser libres”. Sánchez, que es del mismo partido que De los Ríos, aunque mucho menos ilustrado, podría responder: “unidad para estar juntos”. En lugar de eso, respondió con los tópicos que le acuña su chisgarabís Redondo: hay que arrimar el hombro, empujar el carro; España debe entenderse con España como Europa se entendió con Europa en julio. “Nadie tiene derecho a no arrimar el hombro porque sea de distinta ideología”. ¿Y cómo se ha trabajado la unidad este farsante? Pues dando la callada por respuesta, sin hablar con el jefe de la oposición desde hace cuatro meses. Sin ponerse al teléfono cuando le llamaba la presidenta de la Comunidad de Madrid. La callada o la cayada cuando responde Nini Lastra. En la creencia de Sánchez la obligación de todo el mundo es empujar el carro, vale decir los presupuestos, ya dirá él hacia dónde.
Para aprobar las cuentas aún falta algo. Sin saber lo que quieren ser de mayores los chicos de Ciudadanos, Pablo acepta que Inés Arrimadas negocie con Pedro, siempre que Su Persona negocie previamente con él. El Ceaucescu de Galapagar dijo hace menos de dos meses que “el bloque de la investidura va a ser el bloque de los Presupuestos Generales del Estado”, para añadir que quería ser “muy claro” al respecto y que “no se puede engañar a la gente”. Esta ya se la envainó. Tendrá que admitir enmiendas de Inés, después de todo, ayer alternaba muy risueño con sus sponsors.