EL MUNDO – 05/04/15
· La ANC propone un acto «emotivo» para captar votos «indecisos» y dejar tocado el «unionismo»
La Asamblea Nacional Catalana (ANC), que preside Carme Forcadell, ha propuesto a sus organizaciones locales la escenificación de un «homenaje a la inmigración española de los años 60 y 70» como principal novedad con vistas a la Diada del próximo 11 de septiembre, justo el día de inicio de la campaña para las elecciones autonómicas en Cataluña.
La Asamblea Nacional Catalana (ANC) pidió a sus militantes a principios de año que mandaran sus propuestas sobre cómo tenía que ser la manifestación de la próxima Diada, con la idea de someter a votación la propuesta seleccionada. Después de la concentración de 2012, que por su magnitud a todos sorprendió; de la cadena humana que en 2013 cruzó Cataluña; y de la «V» de victoria del año pasado, que llenó la Gran Vía y la Diagonal de Barcelona, había un cierto sentimiento de cansancio y se había empezado a poner en cuestión la utilidad del gran acontecimiento.
«A los que dicen que tenemos a la tropa cansada les tenemos que ofrecer este gran premio final», sostiene la introducción del documento que la ANC está mandando a sus agrupaciones comarcales para su consideración y votación.
La Asamblea abrió este proceso participativo entre sus bases para mantener viva la menguante llama del proceso, pero lo cierto es que el documento al que ha tenido acceso EL MUNDO en exclusiva, y que ya se ha empezado a distribuir, fue redactado hace dos meses, por lo que ha sido la cúpula de la ANC, y no su militancia, quien ha decidido la propuesta que finalmente votarán los socios.
Después de décadas de presumir de que en Cataluña existe una sola sociedad sin que los apellidos catalanes o castellanos marquen la diferencia –lo que es bastante cierto– la Asamblea, en la creencia de que «a la gente le gustan ciertos cambios novedosos» y buscando «un plus de efectividad política», propone un «homenaje a la inmigración española de los años 60 y 70» al considerarlos «una gran bolsa de población catalana sobre la que habría que buscar una especial incidencia». Para ello, la plataforma presidida por Carme Forcadell cree que es necesario sacar este «tema» del «estricto campo de la acción sectorial o paralela», para situarlo en «el centro del escenario en un momento clave como éste», «en plena batalla para atraer a los indecisos».
La Asamblea pretende, así, «ir a buscar más votos para los partidos soberanistas tanto como bloquear su acceso [el de «la inmigración española de los años 60 y 70»] al voto unionista».
UN CLAVEL ROJO
La escenificación de este homenaje consistiría en «la aportación de un clavel rojo por manifestante que se plantaría en los parterres de la plaza Europa de L’Hospitalet de Llobregat, segunda ciudad de Cataluña y lugar de residencia de cientos de miles de personas con raíces en España».
La «gran manifestación» partiría de la plaza Europa y de sus parterres «a las 18.00 horas para recorrer los tres kilómetros hasta las cuatro columnas de Montjuïc, donde se celebraría un gran acto final con la música y los parlamentos de personas del perfil de Josep Carreras, Noam Chomsky, Lluís Llach, Eliseu Climent o Josep Guardiola».
La ANC asegura en su documento, que parece una parodia, que «este 11 de septiembre», que tiene que ser «el definitivo», «será un acto masivo que dejará tocado al unionismo», y que «significará un claro mensaje de empatía entre comunidades».
Primero fueron los «charnegos», y luego los que tenían que ser integrados en la realidad catalana mediante la inmersión lingüística por la obsesión Pujol –en buena parte realizada– de tener una sola sociedad sin guetos étnicos o culturales. De ahí hemos pasado a este inverosímil gol que en propia meta propone marcarse la Asamblea Nacional Catalana hablando de dos comunidades cuando, tanto en la teoría como en la práctica, sólo existe una.
Igualmente hay que decir que Forcadell ha abusado en los últimos años del adjetivo «definitivo». Cada año y cada Diada desde 2012 son los «definitivos», y la independencia habría tenido ya que proclamarse como mínimo en tres ocasiones, según los planes de la activista soberanista. Y sin la menor autocrítica, cada año por estas fechas, vuelve el anuncio de la parusía secesionista como unos meses antes vuelve la promoción de la primavera en el Corte Inglés.
Los acontecimientos festivos, hay que reconocer que muy bien organizados, vienen acompañados de estrategias políticas perdedoras, de un desconocimiento enternecedor de lo que es un Estado, y de un voluntarismo digno de mejor causa acerca del apoyo que prestará Europa a la causa catalanista, siempre desmentido por la realidad.
Este definitivo 11 de septiembre precederá a unas elecciones autonómicas que también tienen que ser las últimas, y a un referendo sobre una nueva Constitución catalana que, como el del 9 de noviembre, está llamado a ser el enésimo punto de partida de la independencia de Cataluña. Muchos, muchos finales, para tanto volver siempre al principio.