Esta vez, la izquierda abertzale ha realizado un viraje estratégico sin precedentes declarando que «rechaza y se opone al uso de la violencia o la amenaza de su empleo con fines políticos, incluida cualquier forma de violencia de ETA». Una exclusiva en la historia de este movimiento.
La izquierda abertzale en un nuevo partido, Sortu (nacer), para las elecciones municipales de mayo. Hecho histórico: anuncia su rechazo de la violencia incluido el “terrorismo de ETA”.
Delante de un enjambre de periodistas, sin posibilidad de preguntar, los independentistas vascos presentaron el lunes, en Bilbao, su nuevo partido político, Sortu (en vasco, nacer o surgir). Hasta aquí, si exceptuamos la impresionante movilización de figuras emblemáticas de este movimiento, nada nuevo. Como siempre en vísperas de elecciones –las municipales son en marzo*-, están obligados a esconderse desde que Batasuna fuera prohibido, en 2003, gracias a las controvertida ley de partido. Y como en cada escrutinio, sus listas han sido prohibidas o invalidadas.
Pero esta vez, la izquierda abertzale (patriótica) ha realizado un viraje estratégico sin precedentes declarando que “rechaza y se opone al uso de la violencia o la amenaza de su empleo con fines políticos, incluida cualquier forma de violencia de ETA “. Una exclusiva en la historia de este movimiento. Reconocido independentista y constitucionalista, Iñigo Iruin, uno de los promotores de Sortu, leyó cuatro artículos de los estatutos en donde la ruptura es franca. La nueva formación se propone ayudar, junto con otros partidos, “a la definitiva y total desaparición de todo tipo de violencia, en particular la de ETA”. Queda por saber cómo esta última, que declaró en enero un alto el fuego “permanente y verificable”, reaccionará.
En el lado del gobierno, el anuncio se acalló incluso si, entre bastidores, su presidente, José Luis Rodríguez Zapatero, habló de “paso importante”. Batasuna “ha rechazado expresamente la violencia de ETA”, reconoció su segundo, Alfredo Pérez Rubalcaba, cuidándose de precisar que “los españoles no se fían de sus verdaderas intenciones”. El espectro político aclamó mayoritariamente la marcha atrás de los abertzales y defendió su legalidad excepto el Partido Popular. Los conservadores que, en privado, ven un paso importante, exigen al ejecutivo que le prohíba a los independentistas cualquier participación electoral, una forma de sostener a su electorado histérico con la cuestión vasca. A partir de ahora, el balón está en el campo del ministerio del Interior que, después de estudiar los estatutos, podría enviar el caso a la justicia.
* Así consta en el original aunque es un error porque se celebrarán en mayo.
Cathy Ceïbe, L’Humanité (Francia), 11/2/2011