EL CORREO – 1/6/11
La asamblea general deberá concretar hoy el modo en que se llevan a cabo los cambios
Algunos jóvenes lamentan que el debate se haya quedado estancado, centrado más en la permanencia o no del campamento que en la discusión sobre las ideas.
Los ‘indignados’ afrontaron el domingo un día clave para el futuro de su movimiento. Debían decidir si mantenían la acampada en la Puerta del Sol tal y como estaba hasta el momento o si la modificaban. Finalmente se decantaron por una reestructuración, dejando para el martes la decisión final sobre el modo de hacerlo. La asamblea ha vuelto a votar y, otra vez, la idea general se mantiene pero sin concreción.
Los concentrados han dado el visto bueno a la propuesta sobre la reestructuración del campamento, dejando para hoy miércoles los detalles sobre el modo en que se hará esa reestructuración. Lo que parece claro es que el tamaño de la acampada va camino de reducirse, y podría dejar paso a una serie de puestos destinados a realizar, fundamentalmente, labores de información.
Durante la asamblea se han escuchado algunas voces que lamentan que el debate se haya quedado estancado, centrado más en la permanencia o no del campamento que en la discusión sobre las ideas que dieron origen al movimiento. Además, la posibilidad de un desalojo y la creciente presión de los empresarios de la zona, que acusan a los concentrados de estar dañando seriamente sus negocios, pesan en el ánimo de muchos de los jóvenes.
Salubridad de la acampada
No obstante, estos han querido salir al paso de algunas de las acusaciones vertidas en los últimos días contra ellos. Así, los integrantes de la Comisión de Limpieza han insistido rechazado el manifiesto redacatado el pasado viernes por el colectivo de comerciantes, empresarios y autónomos de la Puerta del Sol, en el que denunciaba la «desastrosa imagen que se está dando de la ciudad de Madrid y de España» y la «insalubridad» de la acampada que, a su juicio, «ya se ha convertido en un «poblado chabolista».
Guadalupe Izquierdo, una de las encargadas de la comisión de limpieza, hablaba con el olor a disolvente aún impregnado en sus manos. No en vano, acababa de quitar unas pintadas de un establecimiento cercano: «Nos comprometimos a mantener los comercios y las paredes libres de grafitis porque son zonas que nos pertenecen a todos», aseguraba.
A lo largo del día, tanto ella como el resto de los miembros del equipo se encargan de barrer y fregar las zonas comunes de la acampada, pero también de recoger las bolsas de basura que están llenas y cambiarlas o separar los desechos para reciclar. Cuenta que el domingo limpiaron la calle Montera de la mitad hacia abajo porque había restos de orines del sábado por la noche, y para evitar que los vecinos culparan a los acampados lo limpiaron. «En algunos establecimientos nos han dado hasta las gracias», resalta, haciendo referencia a una tienda de abanicos a la que le limpiaron no solo las pintadas con frases reivindicativas sino también varias firmas de grafiteros que nada tenían que ver con ellos.
En la comisión de Información II, que funciona como refuerzo de Información I, un cartel indica que existen duchas y lavadoras a disposición de los manifestantes. Una de las integrantes de esta comisión, que se identifica como Virginia, explica que alrededor de quince vecinos ofrecieron desde el primer día sus lavadoras y sus duchas a quien no pudiese disponer de estos servicios por estar en la acampada. Los vecinos marcan un horario para que los interesados acudan a asearse o a lavar la ropa o las mantas y, según Virginia, sirve además para que haya «una interrelación entre los acampados y las personas que viven cerca».
Juan Rodríguez es un médico que colabora en la Enfermería de la acampada e informa de que hasta el momento no tienen constancia de ninguna picadura de chinches o pulgas, «como mucho algún mosquito», apunta. «Los que crean que esto está sucio que vengan a verlo, se ve a simple vista, ni siquiera hay colillas o papeles por el suelo», subraya.