ABC 02/07/13
· Dyango, Peret, Ramoncín… el concierto independentista resultó una sorprendente reunión de «estrellas» desafinadas
· Ausencias Pedro Guerra, que iba a participar, y los valores emergentes de la música catalana no asistieron
Fue aparecer en el escenario y venirse abajo el Camp Nou. Dyango, durante tantos años emblema de la canción ligera y altavoz del pasodoble con ese «Suspiros de España», rodeado de «estalades» y sumándose al clamor independentista. Y es que, pese a que por el Concierto por la Libertad, ese canto coral a favor del independentismo que congregó a 90.000 personas, pasaron cerca de 400 artistas, si hubo un caso realmente llamativo fue el de Dyango enfundándose el «Boig Per Tu» de Sau.
Más incluso que ver a Peret trasmutando el «Barcelona tiene poder» en «Catalunya té poder», o descubrir que ni sumándose a la causa independentista se ahorra Ramoncín unos cuantos silbidos reprobatorios. El madrileño se hizo fuerte con «L’estaca», canción-emblema del catalanismo, pero ni así consiguió el aprobado general —hay quien dice que por hablar en castellano, aunque a Paco Ibáñez nadie le chistó— en una noche que estuvo consagrada a las canciones reivindicativas de Lluís Llach. Al de Verges se dedicó casi la mitad del concierto, algo que, al parecer, acabó por espantar a algunos de los músicos que decidieron quedarse en casa.
Y es que, por más que habituales de este tipo de eventos como Marina Rosell, María del Mar Bonet y Gerard Quintana acabasen llevando la voz cantante, no deja de ser sorprendente que ni la aristocracia de la canción catalana —ni rastro de Serrat o Raimón— ni bandas que, como Manel, Antònia Font, Mishima o Els Pets, han inyectado nueva vida al pop catalán, se dejasen ver por el Camp Nou. Incluso hubo quien, como Pedro Guerra, primero dijo que sí y acabó dándose de baja tras constatar que el asunto había derivado hacia «reivindicaciones puramente independentistas». Es más: el cantautor canario tuvo que echar mano de Twitter para desmentir que hubiese recibido presiones para borrarse del concierto. «Presiones ninguna. La única es la que recibo en estos días por parte de quien asegura que recibo presiones», escribió el músico.
Al margen de los aspectos artísticos, sigue coleando la polémica sobre el coste del concierto y la aportación de dinero público, sustanciada de manera directa a través del amplísimo despliegue que le dedicaron TV3 y Catalunya Ràdio (que dieron de forma íntegra las seis horas que duró el festival), y de manera indirecta a través de las subvenciones que reciben las entidades organizadoras. Al respecto, Òmnium Cultural, precisó que el evento costó dos millones de euros, que se pagan con el precio de las entradas. «La Generalitat no ha puesto ni un euro en este concierto», aseguró Muriel Casals, presidenta de la entidad, quien recordó por otra parte que los artistas no cobraron.
No lo tienen tan claro PP y C’s. Los primeros, además de preguntar en el Ayuntamiento cuál ha sido la colaboración municipal, denunciaron que el concierto fue «una acción contra el resto de los catalanes», «un acto de exclusión y de división». Desde C’s se denunció la colaboración activa de la Generalitat a través de un consejero de Presidencia que consideran actúa como «ministro de Propaganda».
En el otro extremo, los partidos soberanistas prácticamente daban al concierto un carácter de plebiscito, como si los 90.000 del Camp Nou fuesen la única voz a escuchar, en una versión desafinada de los «Suspiros de España».