Los lamentos del PNV

EL CORREO, 04/03/13
TONIA ETXARRI

Dos ministros del Gobierno de Rajoy han intentado disuadir a Basagoiti para que facilite los Presupuestos al Ejecutivo de Urkullu

El nuevo Gobierno vasco ya sabía que le iba a tocar navegar contra corriente, pero Urkullu nunca llegó a imaginar, ni en la peor de sus pesadillas, que se iba a encontrar con todos los elementos en contra. Con las calabazas obtenidas en la primera ronda con los partidos para pactar sus Presupuestos y acosados por el control de EH Bildu en Gipuzkoa, el PNV va catando el sabor amargo de haberse embarcado en la aventura de dirigir la comunidad autónoma vasca con un equipo minoritario, por no haber sido capaz de ofrecer un pacto de estabilidad a quienes le hubieran podido ofrecer la mayoría parlamentaria que necesita.

Urkullu se siente con el agua al cuello en su primer gran reto de la legislatura: sacar adelante sus Presupuestos recortados. Y necesita ayuda. Por eso no le dolieron prendas en solicitarla abiertamente al PP, en pleno debate parlamentario. «Me toca pedir ayuda; también la suya, señor Basagoiti», llegó a decir. Es cierto que los dos partidos se han echado una mano. En la Diputación de Bizkaia (el PP al PNV) y en la Diputación alavesa y Ayuntamiento de Vitoria (el PNV al PP). Como también es cierto que el presidente Rajoy dio su palabra a Urkullu comprometiéndose a desbloquear el litigio relacionado con el Concierto y el cálculo quinquenal del Cupo.

Y, precisamente por eso, dos ministros del Gobierno de Rajoy han intentando disuadir al presidente del PP vasco, Antonio Basagoiti, para que se avenga a facilitar las Cuentas del Ejecutivo vasco. Pero el líder del PP prefiere hacer oídos sordos a esas peticiones, más por necesidad de mantener, en Euskadi, un perfil de oposición al PNV que por diferencias notables con los Presupuestos de Lehendakaritza. La razón aducida por el PP, «Urkullu no nos ha dado ni un borrador», no es lo suficientemente sólida como para justificar una negativa. El PP se mantiene, de momento, en optar por una abstención en la votación de Presupuestos.

Pero, a estas alturas, el PNV ha dado un salto en la definición de sus necesidades. Y si, al comenzar la legislatura, decían que la prórroga de las Cuentas «no sería un drama», ahora el consejero de Hacienda, Gatzagaetxebarria, reconoce que gobernar con los Presupuestos prorrogados significaría «funcionar con una distorsión importante en la gestión».

El enfrentamiento vivido en las últimas semanas con EH Bildu tampoco augura un clima de colaboración entre las dos fuerzas nacionalistas competidoras. No es que Sabin Etxea no quiera saber nada de posibles alianzas con la izquierda abertzale. Es la propia coalición que representa Laura Mintegi en el Parlamento vasco la que le marca tan de cerca al PNV que le corta el aliento. Algo así han debido de sentir los jeltzales de Gipuzkoa hasta el punto de llegar a comparecer ante los medios de comunicación para lamentarse del seguimiento al que están siendo sometidos por parte de EH Bildu a quienes Joseba Egibar llegó a comparar con la Stasi, el servicio de Seguridad de la Alemania del Este durante el régimen comunista.

Fue el PNV quien permitió, con sus votos, que EH Bildu gobernara en la Diputación de Gipuzkoa y ahora se da cuenta de que no son una formación demócrata como las demás. Pero no lo relaciona con el pasado de muchos de sus dirigentes, cómplice con el terrorismo sino con la reclamación de unas facturas. Una denuncia, la formulada por Egibar, que por cierto, ha levantado gran expectación entre la opinión pública que espera del jeltzale más datos que justifiquen esa calificación tan inquietante. Porque la reclamación de unas facturas por parte de EH Bildu a sus antecesores en el gobierno foral, no justificaría, en principio, tan grave acusación. Y tan grave acusación conllevaría, como mínimo, una moción de censura contra EH Bildu que el PNV no piensa presentar.

Los jeltzales mantienen un canal abierto con los socialistas que, si han dado la impresión de haber pasado a un plano más discreto, es debido a que la procesión, en este caso la negociación, va por dentro. Sus coincidencias con el PNV en la política de pacificación abrieron la primera puerta a una colaboración nada sencilla. Los compañeros de Patxi López tienen mucho que reprochar al PNV, y mantienen muchas diferencias con la política de recortes, pero ya han pasado el ecuador de sus quejas. Porque son conscientes de los obstáculos con los que está tropezando el nuevo Gobierno vasco. No ha sido fácil para Urkullu fichar a cuadros intermedios para su equipo. Él también, como le ocurrió en su día a Patxi López, está recibiendo calabazas. Después del fracaso del fichaje del nuevo director general de EiTB, Mikel Agirre, tras haber presentado su nombre en sociedad, los socialistas siguen negociando con el PNV.

En esta situación de máxima debilidad, en la que el partido de Urkullu ha pasado de minusvalorar la importancia de aprobar los Presupuestos, con prórroga o sin ella, a reconocer que necesitan nuevas Cuentas, el lehendakari va a tener que abandonar su disco rayado sobre la política de acuerdos y consensos que, luego, no aplica. Acordar significa ceder poder. No tiene mucho donde elegir. Quizás tenga que dar un paso adelante y ofrecer un pacto de estabilidad a los socialistas vascos. Sin compartir consejerías. Un acuerdo estable de colaboración, como el que suscribió el PP de Basagoiti con López. Claro que, para llegar a este tipo de alianzas, quien está en la oposición debería mostrar un nivel de generosidad política considerable.