ABC 05/08/14
· El presidente alemán lamenta que «ni la cultura, ni la religión, ni la razón» lograran «detener el nacionalismo» que «cegó» a las sociedades europeas
La conmemoración en la ciudad de Lieja del centenario del inicio de la Primera Guerra Mundial se transformó ayer en una ceremonia de celebración de la paz alcanzada en el seno de una Europa unida. Pero fue también una advertencia contra el nacionalismo que estuvo en el origen de una de las conflagraciones más sangrientas e inútiles de la historia, preludió de una segunda gran guerra que dejaría al continente en ruinas. Bélgica, un pequeño y frágil país, fue el escenario de unos actos altamente simbólicos en los que volvieron a participar militares alemanes de uniforme, aunque esta vez en forma de banda de música, que interpretaron, junto a sus colegas belgas, el himno de Europa al pie del monumento a los aliados caídos en la guerra. El presidente germano, Joachim Gauck, no pidió perdón como algunos esperaban, porque la Alemania que él representa ya no tiene nada que ver con el régimen imperial que pisoteó la neutralidad del Bélgica en 1914. Pero no dejó de recordar, «en nombre del conjunto de mis conciudadanos», que lo que hicieron entonces los alemanes «no se puede justificar: la invasión de Bélgica significó la abolición de las reglas de la civilización». Tras lo que agradeció la «mano tendida a la reconciliación».
«Corazones cegados»
Este antiguo pastor luterano acudió por la tarde a Lovaina donde se produjo uno de los hechos más abominables de la invasión de Bélgica, puesto que los soldados no solo bombardearon la ciudad y represaliaron a civiles inocentes, sino que también quemaron la biblioteca de la universidad, algo a lo que también se refirió en el discurso de Lieja diciendo que sentía «vergüenza de escuchar los argumentos con los que algunos intelectuales justificaron» en aquella época hechos como aquel. «Los corazones y las almas fueron cegados por el nacionalismo» en momentos en los que «ni la cultura, ni la religión ni la razón fueron lo bastante fuertes para vencer al nacionalismo», el verdadero causante de la guerra.
Gauck advirtió también de que ahora «sabemos que no es algo natural» y
que es necesario perseverar en el camino de la integración europea que representa «la fuerza del derecho en vez del derecho de la fuerza».
También el presidente francés, François Hollande, se refirió al nacionalismo como una de las amenazas que llevaron a la guerra a los europeos hace un siglo y animó a combatirlo en el seno de Europa. «La UE se basa en crear un espacio de cooperación contra el nacionalismo».
Hollande hizo un reconocimiento al papel de Bélgica en la guerra, con la defensa de su neutralidad, a sabiendas de que sería pisoteada por un ejército infinitamente superior. Por su parte, el nieto de las Reina Isabel de Inglaterra, Guillermo, leyó un mensaje en el que recordó que si hoy en día «la guerra es una opción impensable entre nosotros», lo que sucede en Ucrania «demuestra que la inestabilidad sigue amenazando a nuestro continente». El Duque de Cambridge no hizo ninguna mención expresa a la Unión Europea como tal.
Todo lo contrario que el anfitrión, el Rey Felipe de los Belgas, que recordó las palabras de su bisabuelo Alberto en el Parlamento al anunciar a la nación la agresión alemana, y recordó que «la paz no es solamente la ausencia de guerra, sino que debe reposar sobre un proyecto común para los pueblos».