Eduardo Uriarte, EL PAÍS, 28/2/12
Ustedes ya saben que suelo utilizar a los Monty Phyton en mis profundos análisis de la realidad política vasca para escribir estos artículos. Alguna vez también cito a mi inolvidable Scarlett O’Hara, y si no me es suficiente, en último caso, a los hermanos Marx, a los que admiro por su exagerado humor absurdo en películas de final feliz. Hoy tocan los hermanos Marx.
La parte contratante de la primera parte, es decir, Rosa Díez, presentó en el Congreso una moción para instar al Gobierno a la ilegalización de Bildu/Amaiur, y la segunda, tercera, y hasta cuarta parte contratante (PP, PSOE, PNV) le opuso una enmienda a la totalidad, que en nada trataba el asunto propuesto y sí un magnífico acuerdo parlamentario de unidad para acabar con ETA. No sé si se dieron cuenta las segundas y terceras partes contratantes que una de las razones por las que el Tribunal Constitucional permitió la legalización de Bildu fue no encontrar relación con ETA, pero estos grupos supusieron lo que suponemos todos, oponiendo sin rubor alguno al asunto sobre Bildu/Amaiur una enmienda que sólo habla de la organización terrorista.
También sorprende que el PP muestre poca confianza con su Gobierno instándole en la moción enmendante a “velar por el cumplimiento estricto de la ley” en este asunto. Pronto empezamos a desconfiar. Pero el acuerdo de los enmendantes fue un gran acuerdo, dicho por toda la prensa democrática, mas con el inconveniente que en este marco tan absurdo ni siquiera se aprobó, porque de lo que se trataba no era de conseguir un gran acuerdo frente a ETA, ni contra Amaiur, sino de parar los pies a Rosa Díez.
Sin embargo, hubo final feliz, porque al día siguiente Rajoy contestó con firmeza una interpelación de Amaiur reivindicando lo que acostumbra esta formación, que nada tiene que ver con ETA, presos de ETA, acercamiento, conflicto, etcétera. Y gracias al capote rosa y oro que el día anterior la impetuosa diputada brindó a sus señorías pudo parar a Amaiur con autoridad, parar a un toro encabritado por las divisas de euforia de sus resultados electorales y lisonjas recibidas a causa de que ETA haya dejado de matar. Faena que se tenía que hacer, porque hasta que el Gobierno no pare al animal en seco y tome la iniciativa, el rey del hemiciclo y de la información publicada seguirá siendo Amaiur. Golpe que asumió la formación el jueves pasado declarando que dicha moción, la que no se aprobó, resultaba contraproducente para los nuevos tiempos. Lo lógico era que se hubiera aprobado, pues la moción que nunca existió era buena. Pero es lo que produce el absurdo de nuestra política tan partidista, que hasta que Rosa no presente otra moción sobre Amaiur no saldrá adelante otra buena propuesta contra ETA. “¿Claro?”, pregunta Groucho. “ Hasta un niño de cuatro años podría entenderlo”, se contesta a sí mismo. “¡Búsquenme a un niño de cuatro años!”, exclama desesperado.
Eduardo Uriarte, EL PAÍS, 28/2/12