EL MUNDO 04/11/13
· Son escépticos pero bastaría fijar la fecha de la consulta para desatar la ‘tormenta’.
El mercado no se toma en serio las amenazas de independencia de Cataluña. Pero no hace falta mucho para que las cosas cambien. Bastaría una fecha para la convocatoria del referéndum para que se desatara una tormenta financiera de consecuencias imprevisibles sobre esa comunidad autónoma y el resto de España. Sería una crisis en la que todos saldrían perdiendo, porque el mercado no se caracteriza en esas situaciones por la calma. Donde ahora está un país serían dos, y ambos serían más pobres que ahora.
Ésa es la conclusión que se extrae de una serie de conversaciones de EL MUNDO con expertos tanto del mundo académico como de los sectores financiero y de la consultoría. Aparentemente, tanto expertos como inversores creen que era más probable una ruptura del euro que de España. Pero las mismas fuentes advierten: en 2012 España ya vio su crisis de la deuda agravada por las tensiones nacionalistas y, si se produce el referéndum sobre la independencia en 2014, las cosas pueden volver a ponerse mal.
El punto de partida es que nadie entiende lo que está pasando. Es un concepto que resumió hace un año en Washington el economista Nicolas Véron, del think tank de Bruselas Brueghel y actual asesor del fondo Monetario Internacional (FMI): «De pronto, en España estamos escuchando que se debaten cosas que pasaron en el siglo XVIII. ¡Parece Oriente Medio!».
Véron hizo esa afirmación el Instituto Peterson para la Economía Internacional, del que es investigador visitante. En ese think tank trabaja el español Ángel Ubide como investigador (senior fellow). Para Ubide, toda la cuestión catalana «está en una situación en la que el mercado todavía no se lo ha tomado en serio, o lo ve como una pataleta por dinero». Mauro Guillén, profesor de la Escuela de Negocios Wharton, de la Universidad de Pennsylvania, la más prestigiosa del mundo, coincide: «No creo que los mercados hayan hecho nada todavía sobre este asunto. Simplemente piensan que no va a llegar a nada».
Sin embargo, no hace falta mucho «para que el mercado se asuste. Bastaría con que el referéndum se lleve a cabo en 2014 para que todos los operadores empiecen a mirar las encuestas», dice Ubide. En su opinión, «hemos sido capaces de mantener el debate a un nivel que no ha dado motivos de preocupación al mercado. Es mejor dejar las cosas ahí».
Los que mueven el dinero en el mercado opinan lo mismo que los académicos. «Hubo un tiempo en el que las cosas estuvieron mal, con la crisis de la deuda y el Gobierno catalán presionando en favor de la independencia. Hace un año y medio, la crisis con Cataluña se notó en el precio de la deuda», recuerda Dan Tenerelli, que dirige el fondo T. Rowe Price European Stock, de la gestora de fondos estadounidense T. Rowe Price. Un 15% de los 700 millones de euros que Tenerelli gestiona están invertidos en Bolsa española.
«Es más un tema de agenda local que internacional», subraya en un correo electrónico un directivo de uno de los mayores bancos del mundo, que pide que no se difunda su nombre ni el de la entidad. «Las tensiones territoriales no han influido de ninguna manera en nuestra gestión en España, ni tampoco en la visión sobre el país o su riesgo. Obviamente, es un tema que se conoce pero que, por el momento, no ha preocupado nada. Tampoco a nuestros analistas, por ejemplo, o por preguntas de clientes no españoles». Esta persona da un ejemplo a modo de comparación: «Igual que una posible ruptura del euro sí que preocupó obviamente a todos los inversores, este asunto no».
Ahora bien: ¿y si el mercado se despierta un día con el anuncio de una fecha para el referéndum en Cataluña y se inicia un proceso independentista? Ése es un terreno inexplorado del que el dinero no prefiere ni oír hablar. «El mercado prefiere que las cosas se queden como están y que no haya dos países», explica Tenerelli. Por de pronto, los mercados suelen exigir intereses más altos a la deuda de los países recién creados, con lo que el coste de la financiación de una Cataluña independiente sería más alto. Cataluña, además, está muy endeudada: su PIB es el 20% del de España, pero su deuda alcanza el 25% de la deuda autonómica, como recordó hace dos semanas The New York Times.
Brian Lawson, de la consultora de riesgo político estadounidense IHS, da una respuesta muy matizada. «Algunas empresas podrían mudar su sede a Madrid o a otros lugares para evitar posibles bloqueos» de sus productos. Los bancos catalanes, como Caixabank o Banco Sabadell, podrían ver amenazado su negocio de banca minorista, con una retirada de depósitos, pero también podrían sufrir pérdidas de clientes empresariales».
Los problemas para la industria de la alimentación catalana serían más graves. Según Lawson, «la industria valenciana del cava se benefició de las tensiones nacionalistas que se produjeron en el pasado, y los productores de vino o de productos de alimentación probablemente tratarían de evitar tener una visibilidad muy catalana». El turismo, sin embargo, no debería verse afectado, salvo que hubiera violencia callejera.
Uno de los pilares de la economía catalana es la industria que, como explica Lawson, «requiere un elevado capital fijo como, por ejemplo, la de automoción». Ése es uno de los ejemplos más obvios de la incertidumbre económica de la independencia. «Si Cataluña quedara fuera del mercado europeo, Nissan o Volkswagen podrían trasladar su producción a otros países, pero éstos no tendrían por qué ser España». Podría ser el Este de Europa.
EL MUNDO 04/11/13