LOS MODERADOS

ABC-IGNACIO CAMACHO

Sánchez ha vencido como nuevo adalid del moderantismo. Por eso es el candidato preferido de Podemos, Esquerra y Bildu

PARTIDO Moderado era el nombre de la pequeña fuerza de centro-izquierda que mediante una serie de carambolas políticas gobernaba Dinamarca en la serie «Borgen», una de las favoritas de Albert Rivera. Pero Iván Redondo también ve mucha ficción televisiva, el género que sustituye a los libros en nuestra actual dirigencia, y diseñó una campaña en la que blanqueaba de centrismo a Sánchez a base de agrandar el tamaño real de la ultraderecha como quien infla un globo con una bomba de bicicleta. La propaganda todo lo puede, y la supuesta moderación del presidente se convirtió en el mantra de los medios que Soraya regaló a la izquierda. Es improbable que los electores se lo hayan creído, dada la evidencia de que ha engrosado sus cuentas con un millón y medio de antiguos votantes de Pablo Iglesias; más bien se diría que un cierto extremismo lo ha adoptado como candidato de conveniencia, hipótesis que abona el hecho de que Otegi y Junqueras le manifestaran su apoyo de forma expresa. Tampoco parecían muy centrados los militantes que en la noche electoral vetaban cualquier pacto con Cs en su euforia callejera. Pero la victoria está sirviendo al sanchismo para mantener la estratagema, al menos hasta que después del 26 de mayo puedan mostrar su auténtica naturaleza.

De momento, el Gabinete moderado ha enviado a Bruselas el proyecto de un aumento de los impuestos en casi seis mil millones de euros. Ha esperado a que pasaran las elecciones para ello, no fuera a ser que la impostura se descubriese en un arrebato de transparencia a destiempo. Por pura casualidad, ese apretón fiscal es el que figuraba en los fallidos Presupuestos que, en un arranque de moderación, Sánchez pactó y firmó con Podemos en un documento que llevaba el membrete de la formación comunista junto al logotipo oficial del Gobierno. Los mismos que Iglesias –que también se ha disfrazado en campaña de constitucionalista converso– fue a negociar a la cárcel con los líderes independentistas presos. Esto es sólo el principio: vendrán más subidas, todas igualmente moderadas, y la derogación de la reforma laboral que levantó la caída del empleo, y un chorro de gasto público muy moderado que sostendrá la clase media con su esfuerzo. Y si los moderados dirigentes podemitas no alcanzan ministerios, que ya veremos, ocuparán altos cargos en los escalafones subalternos.

Y luego vendrá una ley de eutanasia moderada, y tal vez un moderado indulto a los separatistas que resulten condenados. Y una mesurada ampliación de la memoria histórica para tomar revancha del pasado, y un moderadísimo plan confederalista que desestructure hasta el límite el modelo de Estado para complacer al soberanismo catalán y vasco. Todo ello de la mano de unos socios que son la antítesis misma del pensamiento sectario. Prepárense a disfrutar de las virtudes del moderantismo más sensato. Cuatro años, cuatro.