EL MUNDO 17/09/13
Agentes de la Policía, además de sus sindicatos, arroparon a los mandos procesados en la primera jornada del juicio
Sorprendió y mucho. Los procesados no quisieron contestar a las preguntas de todo el mundo: solo al fiscal y a sus defensas. No tienen ninguna obligación. Pero sorprendió que no les dejaran voz a los abogados que representan a las víctimas del terrorismo. Tampoco pudo preguntar al ex jefe superior del País Vasco, Enrique Pamies, y al inspector jefe José María Ballesteros el letrado que representaba al Partido Popular. Pero eso sorprendía menos.
Y es que Pamies siempre ha estado en primera fila de la lucha contra ETA y sus actuaciones han permitido muchas desarticulaciones de comandos. Ahora, se ve sentado en el banquillo acusado de colaborar con aquellos a los que detenía. «Lo mismo le pasó a Galindo», recuerda maliciosamente alguno de los que ayer asistió entre el público a la primera sesión de uno de los juicios más esperados. Galindo era aquel general de la Guardia Civil que desarticuló más de 300 comandos de ETA pero que fue condenado por el secuestro y asesinato de los dos terroristas José Antonio Lasa y José Ignacio Zabala. El paralelismo no es muy acertado, por cierto.
Ayer, los policías no quisieron contestar ni a la Asociación de Víctimas del Terrorismo ni a la asociación Dignidad y Justicia, presidida por Daniel Portero, hijo del fiscal Luis Portero asesinado por ETA.
El juicio puso también de manifiesto la enorme división que este caso ha provocado en el seno de la Policía. A la sala acudieron numerosos agentes. Estaban representantes del Sindicato Profesional de Policía, al que pertenece Enrique Pamies, y del Sindicato Unificado de la Policía, del que es afiliado José María Ballesteros.
Pero no eran los únicos, en la sala había un numeroso grupo de agentes (de información), amigos de Pamies, con el que han compartido numerosas «batallas» en la lucha contra ETA.
Y en una sala separada estaban todos los integrantes del equipo investigador, liderado por el comisario Carlos Germán, quien prestó declaración ayer durante cuatro horas y aún hoy continuará haciéndolo. Las cuchilladas entre policías durante los años que ha durado la instrucción han sido constantes. Y las propias declaraciones y preguntas durante esta primera sesión del juicio lo ha dejado claro.
El investigador principal, Carlos Germán, deslizó veladas descalificaciones tanto a los imputados como a algunos de sus mandos. De hecho, este comisario narró durante su comparecencia las presiones que había sufrido por parte de sus superiores e, incluso, de las altas esferas de la Dirección General de la Policía. En la sala se evidenció la inmensa distancia entre los procesados y aquellos que les arropaban y los que representaban a las asociaciones de víctimas, la voz pública de los que más han sufrido a ETA y que ayer evitaban cruzarse en los estrechos pasillos de la sala con los que ahora están acusados de colaborar con la banda terrorista.
El despliegue mediático durante la jornada de ayer fue muy importante. Y la jornada de hoy se promete parecida. Y es que Carlos Germán deberá completar su declaración. Después acudirán el resto de policías que formó parte de aquel equipo de investigación encargada por el juez Grande Marlaska de tratar de desvelar el chivatazo. Y como plato fuerte del día, la declaración de Joseba Elosua, el dueño del bar Faisán que recibió el chivatazo en su establecimiento aquel 4 de mayo de 2006. Elosua es sospecho de formar parte del entramado de extorsión etarra.