Juan Mari Gastaca, EL PAÍS, 8/1/12
La multitudinaria manifestación en favor de los derechos de los presos de ETA -eufemismo para evitar de momento la palabra amnistía- retrata la realidad social y política del País Vasco, recuerda que sigue pendiente un debate ético sobre víctima y agresor, exhibe otra vez en la calle el poderoso músculo de la izquierdaabertzale ahora ya detectado democráticamente en las urnas, y envía un nítido mensaje al Gobierno de Mariano Rajoy: «esto no ha hecho más que empezar».
Mientras el lehendakari, Patxi López, y la mayoría de los partidos parlamentarios se desgañitan desde hace dos meses por articular entre los ciudadanos vascos un argumentario que diferencie con claridad quién puso la bomba y quien murió por su explosión, la izquierda abertzale elige la línea recta. Así, se sacude de todo tipo de complejos, toma la calle como en sus mejores exhibiciones -posiblemente haya conseguido su movilización más numerosa- y enardece a sus seguidores y, principalmente, a los familiares de los presos de ETA, quizá el sector donde más serias dudas haya provocado su viraje hacia las vías democráticas.
Con el significativo clamor popular a favor de los etarras encarcelados, sus víctimas se sienten, con razón, más derrotadas, anímicamente destrozadas. Llegados a este punto es aquí donde se introduce el debate ético que la sociedad vasca, quizá sumergida en la cobardía o en la complacencia derivada de una nueva vida sin violencia, parece aplazar. Incluso, hasta pudiera pensarse que exhibiciones como la vivida en las calles de Bilbao no solo ahogan para siempre la necesaria reflexión aún pendiente sino que proyectan un nuevo orden político consistente en anteponer la salida del agresor al perdón para el agredido.
Alentados por este indudable éxito, para el que han trabajado socializando la reivindicación desde que concluyó la Conferencia de Paz de San Sebastián, losabertzales reforzarán su presión hacia Rajoy sin levantar el pie del acelerador. Lo harán, además, tras admitir por primera vez en su lenguaje que el camino va a ser largo. Sin duda se trata de un ejercicio de realismo que hasta ahora se antojaba imposible en su anacrónico discurso, pero también puede ser el acto reflejo de la seguridad que les inspira su apuesta, a la que van a encauzar por las instituciones para poner a prueba la resistencia del PP. Hay partido.
Juan Mari Gastaca, EL PAÍS, 8/1/12