LIBERTAD DIGITAL 17/11/16
· Si “se puede hablar de todo” y “todo el mundo tiene sus razones”, más aun se debería aceptar que no todo vale con tal de evitar unas nuevas elecciones
Naturalmente que «si hay voluntad, se puede hablar de muchas cosas», tal y como afirmaba la vicepresidenta del Gobierno, Soraya Sáenz de Santamaría, tras su discretísima reunión de este martes con el portavoz del PNV en el Congreso, Aitor Esteban. Es más, habida cuenta de la determinación del PSOE de votar en contra de los Presupuestos Generales del Estado, el Gobierno de Rajoy tendrá que hablar –y mucho– con los nacionalistas si no quiere ver tumbadas sus cuentas y tener que convocar nuevas elecciones.
Ahora bien, por mucho que estas negociaciones con el PNV sean necesarias y tengan el aval de Ciudadanos, eso no significa en modo alguno que el Gobierno tenga que ponerse al servicio de los nacionalistas en todo aquello que puedan reclamarle. Es cierto que la derecha nacionalista vasca tiene últimamente refrenadas sus pulsiones secesionistas y no actúa contra el ordenamiento jurídico tan frontalmente como los nacionalistas catalanes. Pero no es menos cierto que los nacionalistas vascos ya parten de una posición de privilegio, la que les procura el Cupo, y que cualquier acuerdo a que pudieran llegar con el PP no erradicará sino que ahondará en esa situación de privilegio. Por otra parte, el secretismo –sólo hasta cierto punto lógico– con el que el PP y el PNV han iniciado estas negociaciones, unido a unas previas declaraciones de la propia vicepresidenta en las que, sin excluir a nadie, afirmaba que «todo el mundo tiene sus razones», deben encender todas las alarmas por la magnitud que podría tener la cesión ante los nacionalistas.
Así las cosas, aunque la negativa del PSOE a respaldar los presupuestos sea tan firme como en su día fue su negativa a abstenerse en la investidura de Rajoy, el Gobierno debería negociar paralelamente con lo que queda de ese partido constitucionalista para no verse esclavo del apoyo nacionalista. Eso, sin descartar en modo alguno la convocatoria de unas nuevas elecciones, tras las que –pronostican las encuestas– el PP ya podría gobernar con el exclusivo apoyo de Ciudadanos.
A la postre, si se admite que «se puede hablar de muchas cosas» y que «todo el mundo tiene sus razones», más aun se debería aceptar que no todo vale con tal de evitar unas nuevas elecciones