ABC 04/01/17
EDITORIAL
· Rajoy encamina sus pasos a negociar con los nacionalistas vascos unas cuentas de mínimos que eviten un final abrupto de la legislatura
LOS Presupuestos Generales del Estado son la ley más relevante que se vota cada año en el Parlamento y, tras el lapso de bloqueo institucional que impidió la aprobación de unas cuentas públicas para 2017, la negociación puesta en marcha por el Gobierno los ha convertido en una necesidad imperiosa. De que salgan adelante dependen la demostración de la capacidad de diálogo y de cesión de cada partido y, con toda seguridad, la duración de la legislatura. Es cierto que, una vez avalado el llamado «techo de gasto» con el apoyo de PSOE y Ciudadanos, ha quedado bien sembrada la primera parte del terreno. La dificultad reside ahora en aprobar la plasmación de ese «techo» en partidas concretas, porque el Gobierno de Mariano Rajoy no es ingenuo y sabe de antemano que el PSOE se negará a apoyarlo. La gestora socialista ya ha avanzado en numerosas ocasiones su negativa y, salvo catástrofe que ponga en peligro la legislatura, Javier Fernández no tendrá prácticamente ningún margen para hacer rectificar al PSOE. Por eso, Rajoy encamina sus pasos a negociar con el PNV unos Presupuestos de mínimos que garanticen que no habrá un final abrupto de esta nueva etapa de gobierno y, mucho menos, nuevas elecciones.
Cabe esperar que el PNV, un partido acostumbrado a pactar y fajarse en negociaciones para sacar pingües réditos de cada uno de sus escaños, tense la cuerda y lleve sus condiciones al límite. También es previsible que el Ejecutivo ceda ante las exigencias de Ciudadanos, los diputados canarios y el PNV para sacar adelante las cuentas, sencillamente porque no tiene más opciones. A día de hoy, el fantasma de una repetición de elecciones en el mes de julio está muy alejado de cualquier cálculo. Sin embargo, sería posible en dos supuestos: uno, que el PNV se empecine en plantear chantajes económicos –y políticos– inasumibles, como la pérdida de control por parte del Estado de la política penitenciaria respecto a los presos de ETA; y dos, que el PP se vea obligado por el resto de partidos a desmontar todo el andamiaje legislativo de los últimos cuatro años. Si Rajoy consigue salvar esos dos escollos, no habrá una convocatoria a las urnas en 2017. Por eso es tan relevante la negociación con el PNV, más allá de la sobreactuación propia de los nacionalistas y de sus recurrentes pataletas de partido insaciable porque todo siempre le parece insuficiente. El PNV rechazó con sus votos la investidura de Rajoy, pero debe ser consciente de que su actual negativa a sellar los Presupuestos supondría condenar la legislatura, llevarla a un punto muerto y retornar a una indeseable situación de parálisis institucional que los españoles no merecen. La disolución de las Cortes y la convocatoria de comicios generales no deben ser una opción. No sería beneficioso para nadie.