EL CORREO 23/04/14
TONIA ETXARRI
Será inevitable. Entre la economía europea, que debería ser el motor de la campaña, el aborto que plantean los socialistas y la corrupción que traspasa las siglas de los partidos, será el debate sobre el soberanismo uno de los ejes principales de la carrera electoral al Parlamento europeo. La respuesta del Gobierno vasco a la propuesta de diálogo del ministro Margallo, instándole a reformar el artículo dos de la Constitución y a acogerse a la disposición adicional primera de la Carta Magna, lo corrobora. Las aspiraciones de las minorías nacionalistas van a hacerse hueco en el cartel de las grandes opciones.
Parece más lógico que el desafío soberanista planteado por el Parlamento de Cataluña, y que ha obligado tantas veces a las autoridades europeas a pronunciarse públicamente, vaya a condicionar uno de los polos de la campaña. Mucho más que el aborto, por ejemplo, por tratarse de una cuestión sobre la que la Unión Europea no tiene capacidad legislativa. Habrá otras propuestas, sin duda. Pero dependerá de la habilidad de los candidatos que la contienda se convierta en una refriega doméstica o que sean capaces de transmitir la importancia que tienen estas elecciones europeas a las que, desde España, concurren seis candidaturas más que en el 2009.
De la importancia de Europa, a diferencia de convocatorias anteriores, ya nadie tiene duda. Después de los ajustes marcados por la UE, del dinero prestado a la banca, de la supervisión de la troika, después de que nos perdonaran la vida cuando en 2010 estuvimos al borde del rescate total, ya hemos podido comprobar el escaso margen que tenemos, independientemente de Europa. Por lo tanto, exhibir el «euroescepticismo» como opción abstencionista ha quedado tan superado que no lo defienden ni los sectores más críticos. En el Parlamento europeo lo tienen tan claro que llevan meses trabajando con el lema «esta vez son diferentes» para animar el voto.
PP y PSOE no tienen muy buenas perspectivas, según los últimos sondeos. Manejarán sus mejores bazas buscando el punto débil del adversario. Pero algunos puntos débiles pueden ser compartidos, por encima de las ideologías. Al PP le interesa hablar de la recuperación económica. Con los datos macro y cierta recuperación de la confianza en el consumo. Por eso ayer Rajoy se ‘soltó’ en el Senado diciendo que, en ese terreno, «empiezo a estar contento». Los socialistas negarán la recuperación con la misma energía con la que negaron la crisis. Pero si quieren agitar la campaña con la corrupción se les puede volver en contra. ¿Cómo hablar de Gürtel sin citar el fraude de los ERE en Andalucía?
Sobre el soberanismo tendrán que pronunciarse todos. Pero esa es una cuestión que sigue dejando juguetes rotos en el sendero socialista. Un planteamiento que no se resuelve con la palabra ‘talismán’ (Estado federal), como se ha demostrado con la dimisión de Joaquim Nadal y ocho dirigentes del PSC.
Del cansancio de lo viejo conocido han brotado nuevas opciones que pugnarán por hacerse un hueco junto a IU y UPyD, que están en auge. Desde Vox hasta Ciudadanos. Cabe esperar, sobre todo, que hagan propuestas relacionadas con Europa.