Editorial-El Español
El Centro de Estudios de Opinión (CEO), el CIS catalán, publicó ayer viernes su primer sondeo tras la investidura de Pedro Sánchez.
El sondeo fue realizado antes de los pactos entre el PSOE y los partidos separatistas catalanes, pero después de que varios altos cargos socialistas se mostraran abiertos a la aprobación de una Ley de Amnistía que exculpara a todos los ciudadanos acusados, investigados o condenados por delitos relacionados con el procés.
Los resultados del CEO son sorprendentes. El sondeo da la victoria al PSC, que pasaría de los 33 escaños de las elecciones de 2021 a una horquilla de 39-45. Todavía insuficiente para un gobierno en solitario, dado que la mayoría absoluta en el Parlamento catalán está en los 68 escaños, pero muy por delante del resto de partidos catalanes.
A la subida del PSC hay que añadir la caída de los partidos independentistas (ERC, Junts y la CUP), que perderían la mayoría absoluta de la que gozan ahora.
ERC resistiría ligeramente a la baja, pasando de los 33 escaños actuales a una horquilla de 29-34. Junts se desplomaría desde los 32 a los 19-24. La CUP pasaría de los 9 escaños actuales a una horquilla de 4-8.
Ciudadanos desaparece del escenario catalán, pero sus votantes se van al PP, que experimenta una subida similar a la del PSC. De los 3 diputados actuales pasa a 12-17. El PP recupera también a los votantes que abandonan a Vox, que pasa de los 11 de 2021 a los 6-9 de hoy.
Finalmente, los comunes, hoy integrados en Sumar, pasan de los 8 a los 10-14.
Es probable que los resultados fueran muy diferentes si el sondeo se realizara hoy, tras la investidura de Sánchez y después de conocerse los términos exactos del acuerdo entre el PSOE y ERC y Junts. Pero la tendencia a la baja de los partidos independentistas y al alza de PSC, PP y los comunes parece consistente con otros sondeos publicados durante los últimos meses.
El único dato no coherente del CEO con los mencionados sondeos es el fuerte desplome de Junts. Quizá explicable por un hipotético trasvase de votantes de la vieja Convergencia al PP.
Lo cierto es que si Pedro Sánchez consigue mantener el liderazgo del PSC hasta las elecciones y colocar a Salvador Illa en la presidencia de la Generalitat, desalojando a los independentistas de ella, aunque sea con un nuevo tripartito con ERC y los comunes, será lícito afirmar que Dios escribe recto con los renglones torcidos.
Porque aunque la Ley de Amnistía y el resto de pactos entre Sánchez y Puigdemont conducen de forma evidente a una España con ciudadanos de primera y otros de segunda, sólo los derrotistas más extremos negarían una mejora, como mínimo relativa, en el escenario político con el desalojo de los independentistas de la presidencia de la Generalitat, el desplome de los votos independentistas y la subida de PP y PSOE.
Es probable que los cínicos digan que ese desplome de los independentistas tiene su causa en la asunción de las pretensiones independentistas por parte del PSOE. Pero la pérdida de poder, de presupuesto, de cargos y de visibilidad de los nacionalistas no puede más que ser celebrado ya que tendría como consecuencia la disminución de buena parte de su capacidad de presión en el Congreso de los Diputados.