CARLOS HERRERA-ABC
- La maltrecha burguesía catalana parece abrazar todas las tesis del PSC
Ha dicho Sánchez, en una de esas comparecencias cada día más parecidas a las de cualquier caudillo hispanoamericano, que quienes votaron el 23J lo hicieron mayoritariamente por un gobierno «progresista». Y sugiere que también lo hicieron con la idea de apostar por la convivencia, que hoy por hoy solo garantiza la innombrable amnistía que preparan. Los sexadores de votos son aquellos que resultan capaces de leer en el simple impreso de una papeleta todo un volquete de intenciones por parte del depositante, siempre, por supuesto, a favor de obra. Curiosamente, ninguno de los partidos que forman el grueso de esa coalición de progreso llevaba en su programa forma alguna de amnistía a los delincuentes de 2017 en aras de una coexistencia armónica y civilizada; antes bien –al menos los socialistas– abundaban en la conveniencia de la aplicación de las sentencias y el respeto al Poder Judicial. La necesidad de Sánchez de los votos de la gente de Puigdemont ha hecho que se cambie radicalmente de criterio y quiera abrigarse en la interpretación interesada de la intención de sus votantes. Los españoles, según los sexadores, abominan del maximalismo, por lo que se entiende que dan su aprobación a la iniciativa de regalar, a cambio de algunos votos de investidura, una indecente impunidad a quienes desafiaron la ley de forma tan descarada como ridícula.
Los últimos en asomarse al balcón de la Luna han sido los empresarios catalanes agrupados en su famoso Círculo de Economía. Ayer reclamaban un ejercicio de realismo y la aplicación de una amnistía pactada con el PP, a cambio de renuncias a la unilateralidad de los independentistas. Una carta a los Reyes Magos ausente de cualquier atisbo de ese mismo realismo. Ni los independentistas quieren renunciar a nada, ni Sánchez pactar nada con los populares ni el PP aprobar una amnistía que resulta un misil nuclear contra el Poder Judicial. ¿También eran partidarios de la amnistía antes de las elecciones del 23J?, ¿o despertaron de su dulce sueño la mañana del 24, cuando contaron los votos favorables a la independencia en Cataluña? La maltrecha burguesía catalana, tan inoperante como trasnochada, parece abrazar al dedillo todas las tesis del PSC, ¡quién lo diría!, incluso cree atisbar, tras la lectura sexada de los votos, la manera más engrasada para el «encaje de Cataluña en España», que es esa cosa de la que llevamos oyendo hablar de forma cansina desde nuestra más tierna infancia y que siempre mantendrán en permanente alerta para vivir consecuentemente del cuento. Los empresarios catalanes, por supuesto, añaden en la interpretación de los votos la clave de la paz: más pasta. Más infraestructuras, más financiación, más transferencias. Una forma poco disimulada de decir aquello que han mantenido siempre, unas veces con descaro, otras deambulando con rodeos: somos especiales y queremos más. La amnistía es conceder un privilegio indecente a unos determinados sujetos en detrimento de otros. Eso, que se sepa, no venía en ningún programa ni se lee en ninguna papeleta de voto, por muy buen sexador que se sea.