EL CORREO 16/10/14
A poco más de tres semanas para el 9-N, la unidad del frente soberanista ha saltado por los aires. La decisión de Artur Mas de dar marcha atrás y sustituir la consulta por un sucedáneo le ha dejado solo, y la porcelana fina, como él calificó el consenso del bloque proconsulta, está hecha añicos. La duda ahora está en saber si de aquí al 9 de noviembre el soberanismo será capaz de recomponer este jarrón, que era una de las piezas clave del proceso junto a la movilización social. La solución la tienen Esquerra, Iniciativa y la CUP, hasta ahora compañeros de viaje independentista de Mas. Ayer dejaron claro al presidente de la Generalitat que la unidad solo podrá recuperarse si rectifica y retoma la consulta pactada por las cuatro formaciones, que ahora ya está archivada en un cajón del Palau de la Generalitat.
Sin embargo, el Ejecutivo catalán no está dispuesto a dar un nuevo giro a su estrategia. Por ello, estas tres formaciones, cada una con un tono distinto, aprovecharon la primera oportunidad que les brindó el calendario parlamentario para escenificar en público que el presidente catalán se ha quedado solo en la defensa de su consulta ‘light’. Durante la sesión de control al Gobierno autonómico, no dudaron en acusar al mandatario convergente de ser el único responsable de que la unidad se haya roto. Fue la continuación de los reproches que se lanzaron unos y otros a puerta cerrada en la cumbre celebrada el pasado lunes en el Palau de Pedralbes y que concluyó con la defunción de la consulta original, que sigue suspendida por el Tribunal Constitucional.
«La manera que nosotros proponemos es la única posible para ejercer el derecho a decidir», les replicó Mas, que como gesto para intentar reconducir la situación les dijo que si el 9-N, tal y como está planteado en su versión reducida, es un fracaso, asumirá toda la culpa, pero si sale bien el «mérito será de todos». «También suyo, señor Junqueras, agárrese a eso», afirmó.
Fue una llamada a la desesperada, pero si algo evidenció también la sesión de la Cámara catalana es que ya nadie escapa al tacticismo partidista, por si las elecciones están a la vuelta de la esquina. Por esta razón, Esquerra, Iniciativa y CUP cargaron las tintas contra Mas y le acusaron de no haber llegado hasta el final y de haberse plegado al dictado del Constitucional a las primeras de cambio. Oriol Junqueras le recriminó que se ha frenado antes incluso de «llegar a los límites legales». El Gobierno catalán, afirmó, ha enterrado el referéndum cuando aún no ha recibido «requerimiento judicial alguno para detener aspectos concretos de la ley de consultas o del decreto de convocatoria». «Se ha parado y ha introducido un escenario nuevo y no pactado, que ha roto el consenso», añadió.
Por lo que a Esquerra respecta, y aunque el distanciamiento entre Mas y Junqueras cada vez es mayor, la unidad no se ha quebrado del todo, sino que está congelada. «ERC ayudará al Govern en el escenario anterior y el actual tanto como pueda», dijo el independentista. Está por ver qué pasa con los Presupuestos de 2015, que en breve tienen que presentarse en la Cámara catalana. La legislatura se le está complicando sobremanera a Mas, que por primera vez no descartó que tenga que prorrogar las cuentas del año que viene, aunque como último recurso podría recurrir al PSC.
Anticipo electoral
Con quien Mas seguro que ya no podrá contar es con Iniciativa, la formación del frente soberanista que más claramente se ha desmarcado del nuevo proyecto del president. Joan Herrera estrenó su nueva posición en el tablero catalán uniéndose en la reclamación a partidos como Ciutadans o el PP, que piden desde hace semanas elecciones inmediatas. «Tenemos mucho capital acumulado y corremos el riesgo de perderlo por su estrategia, que es un error», afirmó el ecosocialista. «Si no puede rehacer el consenso, convoque elecciones. Pero entonces nosotros lucharemos para cambiar el Gobierno», remató.
El diputado de CUP, Quim Arrufat, cree que Mas usa el 9-N como «chantaje electoral» y que ha jugado con todo el mundo, por lo que le echó en cara que haya «engañado» a sus socios con la «autosuspensión». «¿Cómo podemos confiar en su nueva consulta si no cumplió con la primera?», le recriminó.
Mas tuvo que buscar el apoyo fuera del Parlamento catalán, en este caso de la Asociación de Municipios para la Independencia, que avaló la nueva consulta.