DIARIO VASCO, 23/10/11
López y Rubalcaba llaman en Donostia a la unidad para afianzar la paz sin ataduras y subrayan que «no debemos nada a ETA, y nada les vamos a pagar». Nuevo ciclo. Los partidos escenifican lo que supone el cese de la violencia de ETA y la apertura del período para asentar la paz y la convivencia. Mientras los que más han sufrido el acoso apelaban ayer a la unidad y la moderación, una masiva marcha de la izquierda abertzale certificó la apuesta por la política y la autodeterminación
Lo que iba a ser el primer acto de precampaña en Gipuzkoa de los socialistas se convirtió en el mitin menos político de los últimos 30 años. «Es un momento histórico, es el primer mitin en libertad», proclamaron eufóricos Patxi López, Alfredo Pérez Rubalcaba y Odón Elorza desde una tribuna en la que se agolparon los recuerdos a los que no pudieron vivir ese momento, la satisfacción por haber logrado el sueño de la paz, y la responsabilidad por no dejar «a nadie que reescriba la historia».
La casualidad o la justicia poética hicieron que la primera y única visita antes del 20-N del candidato a la presidencia del Gobierno a Donostia estuviera programada para dos días después de que ETA anunciara su cese definitivo. Y, lógicamente, todo el acto en el Kursaal giró sobre ello. «Nadie nos ha regalado la esperanza que vivimos hoy», reivindicó un lehendakari sumamente emocionado. «Nos la hemos ganado a pulso».
El ejercicio de agradecimiento a los suyos y «a todos los héroes ciudadanos que han apretado los dientes» durante estos años y «han resistido» frente a «los que asesinaban y les aplaudían» fue el hilo conductor. López elogió la «voluntad inquebrantable» de los ciudadanos, la policía, los empresarios, los jueces, los periodistas o los profesores que no han dejado «que el terror» les «deshumanice». Y resaltó que nadie en Euskadi se ha dejado llevar «por el odio ni la revancha», ni «hemos dejado que la violencia nos arranque los valores morales».
El lehendakari, que ayer ejerció el papel de secretario general del PSE-EE, comenzó su discurso pidiendo perdón por su afonía y acabó pidiendo un kleenex a su compañero Ares, también con lágrimas en los ojos. «Hemos vencido al terror», comenzó. Y ahora «todos tenemos que caminar juntos» para consolidar una etapa de libertad por la que «no debemos nada a ETA ni pagaremos nada», aseguró López.
Arropado por buena parte de los consejeros vascos, por la ministra donostiarra Cristina Garmendia y por varios cientos de militantes del partido, López recordó que es la organización terrorista «la que ha secuestrado la libertad» durante décadas, «que son ellos los deudores». Y rechazó tajantemente que sean ellos, en referencia a la izquierda abertzale y la banda, quienes han traído la paz.
«Esta Euskadi no llegó el jueves a las siete de la tarde, ha llegado durante años por la sociedad que ha dicho no y mil veces no» a los atentados, a las amenazas y a la violencia, reivindicó hacia todos los ciudadanos. Pero el líder de los socialistas vascos se fijó especialmente en los suyos, «en vosotros, los militantes resistentes, que os habéis puesto de pie una y otra vez» y «hoy salís de la oscuridad y podéis caminar con la frente bien alta diciendo que sois socialistas vascos y que habéis estado ahí». Fue el momento cumbre de ensalzamiento socialista para subir una autoestima en horas bajas, por los malos resultados electorales cosechados en mayo y los malos augurios para el 20-N.
Y fue el momento que precedió al más emotivo, el del recuerdo «a los pétalos arrancados de la rosa socialista». Fernando Buesa, Josu Elespe, Juan Mari Jáuregui, Ernest Lluch e Isaías Carrasco fueron algunos de los nombres de la lista de militantes asesinados que López repasó ante la mirada de sus familiares y sus viudas.
«Jesús, somos una voz»
Los elogios a Zapatero «por ser valiente y estar donde tenía que estar» siguieron a un cierre de filas necesario después del desencuentro público que el propio lehendakari experimentó con el presidente de su partido. «Hoy, Jesús, somos una voz, todos somos hermanos», dijo mirando a la primera fila donde Eguiguren se sentaba tras recibir los aplausos de los congregados. Y «estamos más unidos que nunca», zanjó el líder del PSE.
A esa unión se sumó también el candidato a la presidencia del Gobierno que, por primera vez, reconocía haber aterrizado en Euskadi sin pensar que en esta tierra «verde y azul tan fantástica» no hay nadie «escondido preparando una bomba».
Pérez Rubalcaba reconoció que tras el anuncio de ETA «nos duele el corazón porque llega tarde, pero a la vez nos ilumina porque hoy pensamos en las víctimas que ya no lo serán». Y felicitó por ello al «pueblo vasco», que ha vivido 40 años de dictadura y otro tanto de violencia de ETA de forma «inútil, para nada». Rubalcaba aseguró aún y todo que no van a «bajar la guardia ni abandonar la unidad de los demócratas». «No vamos a olvidar a las víctimas ni dejar que nadie reescriba la historia», añadió. Aunque se felicitó por poder, esto sí, reescribir su frase de las «bombas o los votos». «Les hemos quitado las bombas, y ahora les quitaremos los votos con la fuerza de la democracia», dijo el candidato, ya en ese papel. Y es que aunque el mensaje político no fue protagonista, el 20-N está cerca y, según López, «para Euskadi no es lo mismo Rajoy que Rubalcaba».
DIARIO VASCO, 23/10/11