Editorial EL MUNDO
SOCIOS en el Parlamento y rivales en la calle. Porque por más que el ministro de Interior en funciones, Fernando Grande-Marlaska, que estará al frente del Centro de Coordinación de Operaciones para garantizar la seguridad de la cumbre del G-7, sostenga que las organizaciones independentistas y de extrema izquierda pueden ejercer «su derecho a manifestarse para defender otras formas de entender el desarrollo social», lo cierto es que el objetivo de los grupos que formarán parte de la llamada contracumbre será impedir que ésta se desarrolle con normalidad. Precisamente por eso, Marlaska ha anunciado que el Gobierno vasco movilizará 4.000 ertzainas, que estarán apoyados por casi 3.000 efectivos de la Guardia Civil y la Policía Nacional. De esta forma, cuando el domingo Pedro Sánchez acuda, como invitado del presidente francés Emmanuel Macron, a una de las sesiones que tendrán lugar en Biarritz, en la calle, estos efectivos le defenderán de aquellos que con sus votos le hicieron ganar la moción de censura y de los que sigue dependiendo si quiere formar Gobierno.
Porque al frente de la contracumbre, que ha establecido una de sus bases de operaciones en Irún, estarán miembros de EH Bildu, ERC y Unidas Podemos, hermanados de manera «pacífica y en tono festivo y familiar», según han adelantado, con los chalecos amarillos franceses y los anarquistas de los black bloc. Varios de estos grupos ya han advertido de que las acciones de bloqueo, que durarán hasta el mismo domingo 25, implican manifestaciones, concentraciones, cortes de carreteras y autopistas y el boicot de los ferrocarriles y el aeropuerto. Además, en varias localidades, se organizarán asambleas y charlas, como ocurrirá en Irún hoy, donde dos de los principales protagonistas son el ex etarra Arnaldo Otegi y la golpista y fugada de la Justicia Marta Rovira, que participará por videoconferencia en una sesión sobre los «intercambios entre naciones sin Estado».
A Sánchez le será difícil explicar a sus homólogos de EEUU, Canadá, Alemania, Francia, Reino Unido, Italia y Japón que parte de los que tratarán de impedir una de las cumbres más relevantes de la agenda internacional han sido durante un año sus socios de Gobierno, que lo son ahora en Navarra, donde están llevando a cabo la hoja de ruta que dejó fijada ETA, y que volverá a necesitar sus votos (a cambio de concesiones) si vuelve a defender su investidura. Si realmente quiere convertirse en un referente de la socialdemocracia europea, Sánchez debe volver a las senda constitucional y olvidarse de populistas, independentistas y filoetarras.