ABC 23/11/15
· «Hay que irse ya», esta es la consigna que alzan los partidarios de Daesh; «es el ardor guerrero», resume un experto
El proceso de radicalización yihadista se ha acelerado en el último año y medio. «Hay que irse ya», es una consigna en alza que cientos de jóvenes están acatando en Europa –incluida España–, según han detectado Policía y Guardia Civil. Musulmanes la mayoría, pero también conversos. No hay un perfil único, la coincidencia más estable es la edad: la mayoría de los que emprenden viaje al territorio bajo control de Estado Islámico tiene entre 18 y 35 años. «El ardor guerrero», sintetiza un experto.
«Detenido cuando iba a combatir a Siria» es un titular que ya no choca. Pero, ¿cuál es el proceso hasta acabar ahí desde un pueblo de Huelva o un piso de Melilla? «El cambio de herramientas y formatos ha sido definitivo», inciden los expertos consultados. «En los últimos tres años se ha producido una migración en masa del proceso físico, local, de atraer adeptos mediante la interacción personal al mundo virtual». Antes también se utilizaba junto a la captación clásica, aunque de forma restringida. Eran salas de chat o foros en los que te tenían que autorizar el ingreso. Nada que ver con la extensión, la profundidad y la sofisticación actual.
El paso del vídeo en cintas VHS con plano fijo y un islamista soltando un soporífero discurso a la propaganda al alcance de cualquiera y con un formato más atractivo que un tráiler de factoría «hollywoodense». Es la supremacía de la cultura del «Call of Duty», un exitoso videojuego en el que matar indiscriminadamente es solo una diversión inocua por encima de la radicalización en los entornos de mezquitas o pisos, que eran objeto de las investigaciones.
«La propaganda desde la proclamación del califato en junio del año pasado es imparable. Toda su artillería está en YouTube, en Facebook, en Twitter, no te hace falta ningún filtro ni saber árabe y obtienes resultados», señalan desde Guardia Civil. Todo a golpe de click. «No ha cambiado el mensaje pero hay una transformación total en los canales y herramientas. El Daesh ha detectado y aprovecha el potencial del mundo WhatsApp, Telegram, Facebook, Twitter, etc.» «Sus canales no oficiales –la revista “Dabiq” y la productora Al Hayat– se han convertido en una marca con miles de seguidores», recalcan fuentes policiales.
No es posible trazar un perfil de los seguidores occidentales de este terrorismo con sustrato religioso, pero sí hay unos patrones que se repiten en España, los casos más habituales contra los que se actúa. El esquema a grandes rasgos sería focalizar el mensaje de EI, centrarlo, y con ello atraer individuos para enviar a combatir o procrear; para captar, colaborar, reclutar o conseguir fondos y en tercer lugar para llevar a cabo una acción o atentado en caso necesario.
1. Mujer seducida
Son los tres patrones habituales. Uno por inquietante y reciente es el de la mujer detenida en Almonte (Huelva) el mes pasado. Cambió el fervor familiar por la Virgen del Rocío por un niqab, un Corán y un billete a Turquía. De allí iba a viajar a Siria para emparejarse con un muyahidín. María Ángeles Cala, de 22 años, se radicalizó en menos de un año gracias a internet y sus conocimientos de inglés. En diciembre de 2014 se convirtió al islam en una mezquita de Sevilla y en octubre el proceso se había completado. Antes había interactuado a través de varias redes sociales con islamistas que decían estar en Egipto, el Reino Unido y EE.UU.
«Alguien se fijó en ella. Dio a un me gusta en un vídeo, puso un comentario, o retuiteó algo y le respondieron. A partir de ahí se inició un contacto o varios más personales», explica la Guardia Civil. No tienen las conversaciones concretas a través de mensajes encriptados en chat privados de una red social, pero sí la prueba de que el caso de María Ángeles es el de un adoctrinamiento exprés. Funcionaron motivaciones muy primarias como la seducción sexual. «Cuentan con un ejército de afines que hacen guardias y turnos dedicados solo a convencer a otros para que se vayan a luchar o a procrear. La tragedia es el potencial del que disponen», explican los expertos consultados. El caladero de mujeres y menores es un activo en alza.
2. Musulmanes en España
El segundo patrón es el más extendido: musulmanes que viven en España, seguidores de EI que no solo consumen esa propaganda sino que la difunden y amplifican en su entorno o en el que tengan a su disposición. Subtitulan los vídeos al castellano para aquellos que no hablan árabe, ensalzan los mensajes… del mundo virtual pasan al tradicional si tienen ocasión, más seguro. «Guardan las formas en la parte pública de la red y se explayan en la privada y, por supuesto, en el cara a cara vía WhatsApp o contacto personal». Según los expertos, estos individuos radicalizan en España y desde España, logran enviar gente y fondos mientras ellos, los más extremistas, se quedan aquí, formando una célula, red o estructura con un peligro potencial enorme. «Si se les necesita como base logística para atentar estarían dispuestos». La Guardia Civil acabó en febrero con una protocélula de este tipo: dos detenidos en Melilla que de la red pasaron a verse y otros dos en Cataluña.
3. Empujados por la familia
Los investigadores se refieren a otro caso sin tener claro aún si puede ser un patrón: el de los gemelos Atanji, de 16 años, arrestados en marzo en Badalona junto a sus padres. Dos chicos integrados en su barrio y su instituto a los que su madre persuadió para hacer la yihad. Ella perdió a su hijo mayor en Siria el año pasado y su único propósito parecía ser convertir a los otros dos también en «mártires de Alá». Los envió a una escuela coránica de Tetuán y los alejó de la que era su vida. Cambiaron el fútbol por las chilabas y los arrestaron justo antes de emprender el viaje a Turquía.
«Hay que irse ya», atronan los órganos de propaganda yihadista. Y a miles de «clientes» potenciales les llega la llamada: su madre, su amigo o lo más común, su portátil, su tablet, su teléfono… son las herramientas al servicio de los «publiterroristas».