Alberto Ayala-El Correo
Las elecciones de la pandemia y la mascarilla dejan un claro vencedor: el PNV. La formación jeltzale, EH Bildu y Vox, representan la cara de la moneda que ayer se lanzó al aire. La cruz es para la elevadísima abstención, la mayor en unas autonómicas. Puede sonar un tanto tópico, pero los ciudadanos emitieron ayer un veredicto jesuítico. Siguieron la máxima ignaciana que aconseja no acometer cambios profundos en momentos de zozobra. Y los actuales y los que se dibujan en el horizonte lo son.
La jornada resultó redonda para los jeltzales. Los ciudadanos refrendaron la gestión del Gobierno Urkullu, pese a varios importantes nubarrones, y regalaron a su partido el segundo mejor resultado en solitario (31 escaños), tras los 32 de 1984, antes de la escisión de Garaikoetxea. Ello le permitirá volver a cogobernar con el PSE, pero con mayoría absoluta. Todo porque los vascos han apostado por lo conocido, por la moderación, en las difíciles circunstancias actuales. Aunque también han decidido que tengamos el Parlamento más abertzale de la historia. Y es que EH Bildu no sólo se recupera de su caída de hace cuatro años. Con 22 escaños obtiene su mejor resultado por la debacle de Elkarrekin Podemos. En cuanto a Vox, al final sí estará en la Cámara de Vitoria -un escaño por Álava-, pese a lograr 17.000 votos. Lo hará gracias a la altísima abstención y a la ruinosa operación diseñada por Casado para Euskadi.
Su decisión de destituir al centrista Alfonso Alonso, coaligar al PP con Ciudadanos y colocar de candidato a lehendakari a Carlos Iturgaiz, un hombre de pasado muy escorado a la derecha, no funcionó. Miles de votantes moderados cambiaron la papeleta popular por la peneuvista y no frenaron a la ultraderecha. El PSE sumó otra decepción. Los de Mendia, con un escaño más, no rentabilizan su presencia en el Gobierno vasco ni la de Pedro Sánchez en La Moncloa. Es el segundo peor resultado de su historia.
Pero los grandes derrotados de ayer se llaman Pablo Iglesias y Pablo Casado. Los morados, que hace apenas cinco años batían al PNV, han dilapidado su patrimonio con sus luchas intestinas y sus errores. Iglesias haría bien en sopesar su dimisión, aunque dudo que lo vaya a hacer. Y es que en Euskadi se dejaron ayer cinco de once escaños. Pero en Galicia se quedan fuera del Parlamento.
Casado sale muy tocado. Los cinco escaños obtenidos por la coalición PP+Cs significan el tercer peor registro del centroderecha español en el País Vasco. Y quien rentabilizará la cuarta mayoría absoluta de Feijóo en Galicia es el reelegido presidente gallego, desde ya listo para dar el salto a la calle Génova. Al tiempo.