EL CORREO 06/07/14
· Intentan convencer a la banda para que materialice un gesto «serio» de desarme antes de que acabe el año y evitar así la contienda electoral que se abre en 2015
Objetivo: un gesto «serio» de ETA antes de que concluya el año. La Comisión Internacional de Verificación, que dirige el profesor universitario Ram Manikkalingam, trata de convencer a la cúpula de la banda para que avance en su desarme y, sin materializar la clausura total de sus arsenales, sí escenifique un paso significativo. Que sirva de prueba a la sociedad vasca de la voluntad sincera de la organización de ‘bajar la persiana’. Fuentes conocedoras de las evoluciones de la CIV desde que el grupo diera a conocer en febrero un vídeo en el que se veía cómo dos encapuchados hacían entrega de varias pistolas, subfusiles y material explosivo aseguran que el equipo de Manikkalingam ha mantenido varios contactos con la dirección etarra, explorando diferentes posibilidades de actuación.
Las comunicaciones han estado, no obstante, rodeadas de unas mayores medidas de seguridad que en ocasiones anteriores –y eso que para la grabación del citado vídeo los expertos internacionales tuvieron que aceptar varios traslados en coche con los ojos tapados–. La citación judicial para que una representación de los verificadores –Manikkalingam, Ronnie Kasrils y Chris Maccabe– declarara en la Audiencia Nacional sobre los encuentros entre este grupo y la organización terrorista ha extremado los mecanismos de control de la banda. Según las fuentes consultadas, los temores se han instalado, sobre todo, entre los terroristas, preocupados de que las fuerzas de seguridad puedan seguirles el rastro e interceptarles durante alguna de esas comunicaciones. «Los verificadores siguen actuando con normalidad. Son conscientes de que no han hecho nada malo. La vigilancia judicial no es un problema. El obstáculo es para ETA», explica un buen conocedor de los movimientos del también llamado ‘grupo de Amsterdam’.
Con estos antecedentes, en la CIV se ha instalado la creencia de que lo conveniente sería que la banda diera «otro paso más» en el camino hacia su desarme total, y que sea de mayor envergadura al que se materializó a comienzos de año. Aunque los verificadores están convencidos de que la entrega de arsenales será una cuestión «larga, de años», sí creen en la oportunidad de que ETA reitere su voluntad de desaparecer definitivamente en los seis meses próximos. Porque en 2015 comienza, de nuevo, el calendario electoral, con municipales y forales en mayo y generales a finales de año. En 2016 le tocaría el turno a los comicios autonómicos vascos. Un escenario en el que será complicado «tejer complicidades» entre los partidos vascos.
Una tesis que coincide bastante con la que ha enarbolado el Gobierno de Iñigo Urkullu en las últimas semanas. Tanto el Secretario de Paz y Convivencia, Jonan Fernández, como el propio lehendakari han abogado porque la organización terrorista avance en su desarme antes de que concluya el año. El jefe del Ejecutivo autónomo, que está en contacto permanente con Manikkalingam y que a comienzos de año ya dijo que la entrega de armas se podía materializar en medio año, parece haber ampliado ese margen de maniobra después de que el pasado lunes, en unos cursos de verano en Madrid, hablara de que hay tiempo para un gesto de ETA en lo que resta de 2014 –volvió a hablar de un plazo de seis meses–.
Los verificadores son conscientes, no obstante, de las dificultades para ver cumplido su objetivo. Por cuestiones directas e indirectas. La CIV está siguiendo, por ejemplo, con mucha atención los movimientos internos que se están produciendo en el PSOE, pero en especial en el PSE. Han marcado ya en su calendario la fecha del fin de semana del 20 y 21 de septiembre, que es cuando los socialistas vascos deben elegir al sustituto de Patxi López al frente del partido en Euskadi. Una semana más tarde le correspondería a las ejecutivas de los tres territorios.
El equipo de Manikkalingam es consciente de que cualquier gesto que ETA vaya a materializar no puede interferir en el proceso interno del PSE. Los socialistas vascos mantienen un hilo directo de comunicación con Manikkalingam desde que Rodolfo Ares ocupara el Departamento de Interior del Gobierno vasco y no quieren que nada altere la sintonía que han conseguido labrar en estos años. Además, quieren conocer quiénes serán los nuevos dirigentes con los que mantendrán la interlocución una vez que se renueve la ejecutiva del PSE.
Tensiones internas
Otro de los aspectos que los verificadores deben tener en cuenta tiene que ver con las tensiones que afectan a la izquierda abertzale y que están protagonizadas por los tres vértices que conforman Sortu, los presos y la propia ETA. Los resultados de las recientes elecciones europeas, en las que EH Bildu logró el escaño de europarlamentario, han contribuido a generar un clima «más tranquilo», según reconocen diversas fuentes consultadas.
La izquierda abertzale ha sido desde 2009 el verdadero motor en el giro estratégico que el MLNV adoptó al impulsar la ponencia ‘Zutik Euskal Herria’ y abrazar así las vías exclusivamente políticas, dando la espalda a la violencia. Mientras era el sector político el que debía dar los pasos –asunción de la legalidad a través de unos estatutos de Sortu que cumplen a rajatabla con la Ley de Partidos–, los movimientos se fueron sucediendo con cierta rapidez –aunque los dirigentes de la formación midieran siempre todas sus actuaciones para evitar fracturas internas–. «Ahora que tienen que mover ficha los presos y la propia ETA, los tiempos son muchísimo más lentos. A la izquierda abertzale le cuesta más tirar de ellos», advierte una fuente conocedora de las gestiones realizadas desde 2009.
De hecho, uno de los obstáculos con que se están encontrando ahora los verificadores es que en un sector de cierto peso de la banda terrorista se ha instalado la creencia de que quizá lo mejor sea esperar a que pase el periodo electoral del próximo año antes que realizar cualquier gesto «de calado». Desean que en La Moncloa haya un cambio de Gobierno y que eso pueda favorecer algún tipo de contacto entre la organización terrorista y el Ejecutivo entrante. Si se ha esperado durante cuarenta años, tampoco pasa nada por aguardar uno o dos años más, vendría a decir este sector etarra.
Un planteamiento con el que discrepa abiertamente la dirección de Sortu. La izquierda abertzale está convencida de que la senda de los pasos unilaterales es la única válida y la que se está viendo respaldada por los ciudadanos en las urnas. Esperar a un relevo en el Gobierno central es un planteamiento «poco realista». Además, nada garantiza que las generales de finales de 2015 vayan a garantizar la llegada del PSOE a La Moncloa.
Todas las encuestas publicadas hasta ahora hablan de un triunfo del PP, aunque probablemente lejos de la mayoría absoluta que ahora ostenta Rajoy.
ETA ha tenido una cierta querencia histórica a materializar sus grandes gestos cerca de procesos electorales. Su cúpula tiene aún la convicción de que puede «condicionar» la vida política con sus pronunciamientos. Lo intentó, de hecho, con la entrega de unas pocas armas en febrero. Entonces, los verificadores convencieron a la dirección terrorista de que alejaran lo máximo posible la difusión de aquel vídeo grabado en la localidad de Toulousse de las elecciones europeas que se celebraron el 25 de mayo.
Choque Sortu-PNV
Pero dentro de todo este galimatías de variables, no hay que descartar otra más: la pugna por el dominio nacionalista también puede tener sus consecuencias en el llamado proceso de paz. Aunque los dirigentes de Sortu desearían que los movimientos en ETA y en el colectivo de presos fueran mucho más ágiles, los responsables de la izquierda abertzale recelan de los planteamientos que les trasladan tanto el Gobierno vasco como el secretario de Paz y Convivencia, Jonan Fernández. Creen que el deseo de que los gestos de desarme se efectúen antes de que concluya el año obedecen a una visión partidista del PNV del actual escenario. «Las relaciones entre Sortu y el Gobierno vasco no están pasando por su mejor momento», advierten varias fuentes.
De ahí que dirigentes del movimiento independentista hayan trasladado su convicción de que más que un paso apresurado, lo que hay que debe darse es un gesto de desarme significativo. Aunque ese pronunciamiento exceda de 2014 y se adentre en el próximo año.