El Correo-TONIA ETXARRI

Los socialistas, en apuros para presentar sus críticas al plan ‘Herenegun!’ del Gobierno vasco

La avalancha de críticas que ha recibido el programa del gabinete de Iñigo Urkullu para explicar la historia de ETA en las aulas ha sido de tal magnitud que ha provocado cierto parón técnico. El relato destinado a los alumnos de 4º de ESO y 2º de Bachiller tiene, hoy por hoy, un enfoque sesgado. Esa es la opinión de una veintena de colectivos afectados por el terrorismo, además del PP y del PSE. Tanto ruido han provocado las quejas ante los vídeos de ‘Herenegun!’ (así se llama el programa didáctico) que el lehendakari se ha mostrado abierto a recibir nuevas sugerencias. Eso sí. Sin «tensión ni «rifirrafe». El propio delegado del Gobierno socialista en Euskadi, Jesús Loza, se había comprometido a comparecer hoy ante los medios para presentar sus alegaciones críticas. Quería dar trascendencia a este acto. Pero llamó Idoia (Mendia) y mandó parar. Comparecencia suspendida. No procede. Las alegaciones las conoceremos por escrito. Sin preguntas, señoría. Lo cierto es que se había generado una enorme expectativa con esta convocatoria frustrada. Se esperaba conocer las alegaciones del Ejecutivo socialista (Loza es el delegado del Gobierno de Sánchez) al plan de Urkullu. En la nota de la desconvocatoria la delegación alegaba la necesidad de «buscar el máximo consenso». ¿Con quién? ¿Con el mismo Gobierno del que los socialistas forman parte y que ha elaborado un relato sobre la historia de ETA que no comparten? ¿No es conveniente mostrar de forma pública las aportaciones críticas? Si lo están haciendo con las bases del acuerdo entre el PNV y EH Bildu en la reforma del Estatuto, ¿por qué no quieren airear las lógicas diferencias? Los socialistas están enfrascados en múltiples frentes negociadores. En el Ejecutivo vasco gobiernan con el PNV, un socio imprescindible para Pedro Sánchez en el Congreso de los Diputados si quiere mantener la legislatura.

No son buenos tiempos para la crítica a los gobiernos de turno. Demasiados intereses colisionan con la búsqueda de la verdad. Y las víctimas se van a llevar la peor parte de este relato sobre el terrorismo. Los cinco vídeos de la discordia recogen testimonios mezclados de seis víctimas de ETA y otros tantas de exterroristas. Todo junto y revuelto. La violencia etarra con la guerra sucia, las torturas, la represión franquista al euskera, el cierre de ‘Egin’ y ‘Egunkaria’ además de la ilegalización de Herri Batasuna. Violencias equiparables. Mezclando causa, excusa y efecto.

No se puede contar la historia de las atrocidades de ETA desde la equidistancia. Al terrorismo hay que descalificarlo. No tiene justificación alguna. Ni durante el franquismo ni en democracia. Los terroristas persiguieron a los que pensaban diferente. Y los «narradores» deberían contarlo sin complejos y sin miedo. Esa limpieza ideológica que ETA pretendió hacer no se puede maquillar. Ni difuminar entre la humareda del sufrimiento colectivo. De ahí que la veintena de plataformas de damnificados por este terrorismo hayan protestado. Y que el PP haya pedido su retirada para elaborar otros documentales que recojan más fielmente el mal que sembró ETA durante cincuenta años.

Hasta ahora los socialistas tenían una visión concordante con la del Centro Memorial de Víctimas que dirige Florencio Domínguez. Y que tiene su propio material didáctico que ha comenzado ya a utilizarse en centros de cinco comunidades autónomas. Una documentación que no da lugar a equívocos. Que habla de cuatro tipos de terrorismo (ETA, extrema izquierda, extrema derecha y yihadista). Y que sostiene, entre otras cosas, que ETA no fue una consecuencia inevitable de la existencia de la dictadura en España. Una documentación que no ha sido tenida en cuenta en el plan del Gobierno vasco que ha dirigido Jonan Fernández.

Tendrán que ser capaces de dar una visión más ajustada sobre esta terrible historia. Una veintena de víctimas de ETA, GAL y abusos policiales acaban de emitir un comunicado de apoyo al programa del Gobierno vasco. Tanta división merece una reflexión de calado. No es riguroso contar que hubo dos bandos. Por muy heterogénea y plural que sea, afortunadamente, la sociedad vasca, tiene que escribirse una crónica común.

ETA fue una máquina de matar. Veremos, en los próximos días, si los socialistas vascos se han contagiado del ‘síndrome de la corrección’ que afecta al Gobierno de Sánchez o mantienen sus lógicas discrepancias con el PNV frente a un relato que, si no se repara, puede llegar a justificar la historia de ETA.