Tonia Etxarri-El Correo

No empezó bien la ceremonia de la persuasión para ganarse apoyos en su investidura. Elevando la presión a PP y Ciudadanos para que se abstengan. Un voto que él no quiso facilitar a Rajoy. Cuando el PP obtuvo el mismo número de escaños que ahora el PSOE (123) y que obligó a convocar unas segundas elecciones tras las que los populares obtuvieron mayor representación (137). Entonces el PSOE tuvo que echar a Sánchez de la Secretaría General para poder abstenerse en la investidura de Rajoy. Y Sánchez prefirió renunciar a su escaño. El PSOE se abstuvo, sí, a pesar de Sánchez. Que antepuso su veto a la estabilidad.

Esta es la historia completa de la abstención socialista que los dirigentes ‘sanchistas’ cuentan a medias. Estos días han colocado el ‘mantra’ de la abstención solicitada al PP como la devolución de un favor que ellos les hicieron en su día. Pero los que han sido insultados, en las dos campañas, como miembros de una terrible alianza ‘trifachita’ tienen memoria. Y, además, saben que si le facilitan el Gobierno a Sánchez no le atarían en corto sino que correrían el riesgo de quedar anulados como fuerzas de la oposición.

Aparte de los agravios, Sánchez se encuentra en un momento de imperiosa necesidad para poder ser investido como presidente de un Gobierno capaz de garantizar una mínima estabilidad. Por eso sigue presionando. Con la posibilidad de volver a convocar elecciones inyectando, de paso, más inseguridad de la que tiene al pedigüeño Pablo Iglesias. O jugando con la posibilidad de integrar a Podemos en el Gobierno. Hoy sí, mañana ¿quién sabe? La fórmula del gobierno de ‘cooperación’ rima con la del gobierno de ‘coalición’. Pero no es lo mismo. Ayer el ministro favorito de Sánchez, Ábalos, dio otro volantazo. Volvió a mirar hacia los independentistas catalanes cuando hace unos días huía de esa posibilidad como de una tempestad. Recibió al PNV. Ese socio tan preferente que la mayoría de la Mesa del Congreso le ha reservado los asientos de honor en el hemiciclo. Son solo seis. La cuarta parte de los 24 de Vox. Pero ese gesto tan elocuente revela las preferencias de Sánchez.

También recibió a UPN. Intereses confrontados con Navarra como moneda de cambio. El PNV esperando que los socialistas faciliten un Gobierno con Geroa Bai, Podemos, IU y la abstención de EH Bildu. Y UPN pendiente de todo lo contrario. Que los socialistas colaboren a que Navarra Suma gobierne. Pero ahí el PSOE también ha dado otro viraje. Ya no descarta dejarse apoyar por los socios de Otegi para gobernar Navarra. En realidad, Ábalos se mantiene en un ‘!ay!’ al decir que no descarta ya nada. Ni siquiera a ERC. Otra vuelta al volante. Querían librarse del lastre de los secesionistas catalanes. Pero, vistas las dificultades para lograr la mayoría parlamentaria, el ministro en funciones se aferró a los escaños. «Los 350 diputados nos merecen la misma consideración». ¿Seguro? ¿Los de Vox también? Pero ayer se refería a Podemos y a ERC. Hoy ya se verá.

A un partido constitucionalista como el PSOE no le debería merecer la misma consideración gobernar gracias a los secesionistas que quieren romper España. Porque el ‘procés’ seguirá. No hay más que escuchar los alegatos de la defensas de los acusados en el juicio. Ya se apoyó en ellos en la moción de censura. Pero ahora se trata de gobernar para cuatro años. Después de esta ceremonia de la confusión lo que no podemos esperar es una línea de coherencia. Lo de los principios, ya, lo dejamos para otro episodio.