PATRICIA ROMERO-ABC

  • El escritor y editor vasco, exvotante socialista, dice que el presidente y su mujer forman «un tándem engrasado que se apodera de las instituciones»

«Todos los políticos son narcisistas, pero ninguno llega al extremo patológico de Pedro Sánchez», expone el escritor y editor Luis Haranburu (Alegia, Guipúzcoa, 1947) en su última publicación ‘Pedro Sánchez y el síndrome de narciso’ (Editorial Almuzara), en la que compara al presidente del Gobierno español con mandatarios de la talla de Franco, Mussolini, Trump, Xi Jinping, Erdogan, Orban o Putin. A este último hizo mención precisamente el líder socialista en su segundo libro, ‘Tierra firme’, de quien dijo; «La forma de ser de Putin determina su visión del mundo y ha tenido un papel decisivo en su carácter como dirigente autocrático». Pues bien, con esta afirmación sobre el presidente ruso, explica Haranburu en conversación con ABC, Sánchez se autorretrata, ya que ambos comparten «un gran narcisismo y un fuerte sesgo autocrático».

«Como buen resentido y mejor narciso Pedro Sánchez se ha hecho conocido por su mendacidad«, apunta Haranburu. El relato sobre el que sustenta su poder »se basa en la mentira de su peculiar cosmovisióny su mundo es maniqueo y binario: él posee la verdad y sus oponentes mienten; él es virtuoso y la oposición personifica el mal; él representa el progreso y sus adversarios la reacción; él ostenta la verdad y sus oponentes constituyen la ‘fachosfera’«.

Para el también articulista de ‘El Correo’ y ‘El Diario Vasco’, nada define mejor el estado actual de la política española que el concepto «sanchismo», entendido como «un tipo de socialpopulismo donde prima su interés personal, y usa el relato de la supervivencia y de su efecto benéfico como dirigente sobre la política». Por no hablar de su afán de polarización: «Sin polarización, Sánchez no existiría». Una política sanchista que se materializa, detalla el autor, en «pasar» de la separación de poderes, «lo que sitúa a España en la antesala de una autarquía. España es formalmente democrática, pero fácticamente es un híbrido político basado en el poder personal de un líder obsesionado por su déficit de legitimidad. Un gobierno incapaz de legislar y aprobar los prepuestos generales del Estado es una excepción en Europa».

«Ha fagocitado el Parlamento, que es una sala de juegos donde exhibe su exigua mayoría que él confunde con el pueblo, que es algo mucho más interesante y diverso». Por no hablar del [Poder] Ejecutivo, «polarizado y sectario». Ahora, dice Haranburu, «le hace falta hacerse cargo de la judicatura y en eso está».

Le falta el cuarto poder, la prensa, «que le molesta». Lo de Sánchez y el ‘lawfare’ es una «copia burda» de lo que Trump está haciendo en EE.UU. con su «ataque furibundo» a los jueces: «Vincular el honor de tu familia al tuyo propio es un truco obvio de las autocracias». Y aquí es donde entra en juego su esposa, Begoña Gómez: «Hay que entenderlo como un equipo. Pedro está muy influenciado por su mujer. Me recuerdan al tándem establecido por tantos autócratas como los Perón en Argentina, Daniel Ortega y Rosario en Nicaragua, la feroz dictadura de Marcos e Imelda en Filipinas… Son matrimonios que funcionan como un tándem engrasado que se apodera de las instituciones. Y Sánchez no es sólo él, es también su mujer Begoña».

El ocaso del PSOE

Ni el ocaso de la democracia ni el del PSOE tienen su origen en Sánchez. Todo empezó con José Luis Rodríguez Zapatero y la ley de Memoria Histórica: «Empezó a coquetear con políticas que muy pronto vendrían de EE.UU., del movimiento ‘woke’. Ahí empieza a rasgarse el ámbito constitucional español». Socialista durante muchos años, confiesa Haranburu que dejó de votar al PSOE cuando observó, desde el Gobierno vasco, que Zapatero «puenteaba» a un lendakari socialista» que por entonces era Patxi López: «Fue un fiasco, la expectativas no se cumplieron y no se puso freno a las políticas de PNV y Bildu. Es una pena que no se aprovechara aquella ocasión para marcar un hito y establecer un modelo político distinto en Euskadi», lamenta. El guipuzcoano fue asesor en el Departamento de Educación del Gobierno vasco con la exministra Isabel Celaá al frente.

Antes de 2014, año en que Sánchez asume la Secretaría General del PSOE con la intención de «hacer un nuevo partido que poco tiene que ver con el Alfonso Guerra o Felipe González», recuerda el autor, «en España estaba vigente la Constitución Española y había consenso en torno al texto». Aunque no sería hasta tres años después, «cuando dio la vuelta a su defenestración y empezó la verdadera descabechina: se deshizo de todos porque el narcisisita es tan cruel que no empatiza con sus iguales». Ahora, con Sánchez en la Moncloa, el partido «ha degenerado en una secta, ya no tiene corrientes ni reuniones en las que se discuta. Ahora, sólo se reúnen para aplaudurse entre unos y otros, y a su líder. Es vergonzoso llevar un nombre histórico como el del PSOE, pero que tiene muy poco de lo que ha sido la historia del PSOE. El PSOE de 2024 recuerda más al de Largo Caballero en la preguerra y la guerra civil que al resurgido de la mano de Redondo, Múgica y González«, sentencia.

«El PSOE de ahora recuerda más al de Largo Caballero en la preguerra y la guerra civil que al resurgido de la mano de Redondo, Múgica y González»

La gran herencia «para mal» de Zapatero y Sánchez siempre será la de «polarizar a la ciudadanía española y quebrar el consenso institucional que existía en la mayoría de las formaciones políticas». Aun así, se muestra convencido Haranburu, «la historia les hará justicia».