EL ECONOMISTA 05/06/17
· La ascendente popularidad del presidente francés, Emmanuel Macron, ha abierto la posibilidad a su partido de obtener la mayoría absoluta en las próximas elecciones legislativas, lo que le daría la llave para implementar su ambiciosa agenda de reformas.
Aunque en política interna su camino no ha sido tan expedito como podía esperar, su hábil estrategia de comunicación desde que fue elegido el 7 de mayo ha otorgado a Macron un capital que tratará de rentabilizar dentro de una semana, en la primera vuelta de los comicios.
El joven mandatario, de 39 años, ha jugado sus bazas sobre todo en la arena internacional para posicionarse como el «anti Donald Trump», especialmente tras el anuncio del presidente estadounidense de que retiraba a su país del Acuerdo de París sobre el clima. Con el sencillo eslogan «Hagamos nuestro planeta grande de nuevo», que parafraseó el lema electoral de Trump, Macron se ha establecido como la punta de lanza del movimiento global de rechazo al estadounidense.
Y pocas cosas producen mayor placer íntimo a los franceses que ver a su líder plantar cara a la superpotencia.
Si Jacques Chirac goza de los mayores índices de popularidad entre los expresidentes galos se debe en gran parte a haber dicho «no» a George W. Bush cuando EEUU invadió Irak en 2003.
El imparable ascenso de En Marcha
Se avecina un seísmo en la Asamblea Nacional, una auténtica recomposición del mapa político, y el partido de Macron, que concurre con la etiqueta La República En Marcha (LREM), tiene muchas papeletas para convertirse en una fuerza casi hegemónica.
La última encuesta, difundida el pasado viernes, recoge que el movimiento macronista se llevaría un 31% de los votos en la primera vuelta, muy por delante de los conservadores Republicanos (22%) y el ultraderechista Frente Nacional (18%).
Esas cifras leídas solas no reflejan bien cuál puede ser la dimensión del resultado final, porque el sistema a dos vueltas penaliza a la extrema derecha y dispara las opciones de La República En Marcha.
En las proyecciones que el instituto demoscópico Ipsos realiza en ese mismo sondeo, el partido de Macron obtendría finalmente entre 395 y 435 diputados. La mayoría absoluta está en 289.
Desplome socialista y de la ultraderecha
A una distancia sideral, la derecha conseguiría de 95 a 115 escaños, mientras que los socialistas se verían despedazados hasta los 25-35 diputados. El Frente Nacional se quedaría muy lejos de sus aspiraciones con entre 5 y 15 representantes, por debajo incluso de los izquierdistas de La Francia Insumisa (10-20).
Sobre las aspiraciones de Macron parece no pesar demasiado el escándalo de supuesto nepotismo que ha golpeado a uno de sus primeros y más firmes aliados, el ministro de Cohesión Territorial, Richard Ferrand.
La justicia ha abierto una investigación preliminar contra él por las sospechas de que impulsó, como responsable de las mutuas de Bretaña, que ese organismo alquilase a su pareja unos locales que ella acababa de comprar.
Mientras Macron ha hecho mutis cada vez que se le pregunta por el tema, el Gobierno se ha enrocado en la defensa de Ferrand e insiste en que serán los propios electores quienes decidirán si éste tuvo un comportamiento poco ético cuando voten en las legislativas.
El asunto ha empañado la primera gran ley del quinquenio Macron, un proyecto para la «moralización de la vida pública» que debía ser presentado el próximo miércoles, pero que finalmente lo será el 14 de julio, entre la primera y la segunda vuelta de las legislativas.
Estos tropiezos, pese a todo, no parecen haber hecho demasiada mella aún en la imagen del presidente y de su partido, que se preparan para acometer con urgencia la reforma laboral, una de las grandes medidas prometidas por Macron y que elevará a buen seguro la temperatura de la contestación.