Porque poco tienen que perder unos ciudadanos que cada día ven cómo se cierran empresas, aumenta el desempleo y se disparan los costes de unos productos básicos cada vez más difíciles de conseguir. Los bajos precios del petróleo y la nefasta gestión económica del Gobierno están llevando al país a una situación de parálisis que amenaza su estabilidad. Y la única respuesta que parece encontrar Maduro es la de aumentar la represión. El sábado, una manifestación masiva en las calles de Caracas convirtió la capital venezolana en una auténtica zona de combate, ya que la policía intentó dispersar la protesta con bombas lacrimógenas, perdigones, chorros de agua y gas pimienta. Además, el propio Capriles denunció que su sede había sufrido un ataque que provocó un devastador incendio. La intimidación a los líderes de la oposición que aún permanecen en libertad y el encarcelamiento de todo aquel que se manifieste en su contra parecen ser el único lenguaje que hablan Maduro y sus militares.
Pero como decíamos, la tensión diaria que se vive en el país está provocando que cada vez sean más los que planten cara al régimen autoritario. La pasada semana, encabezados por el propio Capriles y por varios diputados de la MUD, se sucedieron masivas manifestaciones en Caracas y en otras localidades del país. El objetivo es aprovechar el rechazo enérgico de la comunidad internacional a la dictadura venezolano, especialmente desde que el Tribunal Supremo de Justicia intentase usurpar las funciones de la Asamblea Nacional. Fracasado el autogolpe, Maduro pretende desactivar a la oposición, y en ese contexto es donde hay que enmarcar la inhabilitación para cargo público durante 15 años de Capriles. El único interés del chavismo pasa desde hace tiempo por atrincherarse y perpetuarse en el poder a cualquier precio, pasando incluso por encima de las libertades y los derechos humanos.
Urge, por tanto, que continúe la presión de los organismos internacionales para evitar que la situación en Venezuela se siga deteriorando. Sólo de esa forma podrán tener éxito las protestas en las calles de la oposición. Desde Mercosur o desde la Organización de Estados Americanos debe apremiarse a Maduro para que convoque cuanto antes unas elecciones presidenciales limpias que garanticen la normalidad política y la estabilidad social. Y ello será posible solamente si en ellas pueden participar los líderes de la oposición que, como Leopoldo López, continúan encarcelados, o Henrique Capriles, al que se pretende ahora apartar de la actividad política.