- Acierta Feijóo en esta ocasión al llamar a la ciudadanía a tomar las calles. Yerran quienes, como siempre, desalientan, «no sirve de nada», a la participación y se equivoca otra vez Abascal con su inútil y resobada moción de censura que solo sirve para perderla
La línea de defensa establecida por el PSOE, Gobierno y partido unidos en la corrupción, ante la evidencia absoluta de unos vídeos donde descarnadamente se ponen de manifiesto unos comportamientos gravísimos, repugnantes y mafiosos, es que son tan zafios, tan cutres y tan procaces que no puede ser que sus altos dirigentes estén detrás. Que ellos, donde va a parar, están a otro nivel que esa fontanera ocasional que no es nadie ni siquiera tiene que ver con ellos. Bueno, un poco sí, porque se les arrimaba, pero ellos no la tocaban ni con un palo, aunque salieran abrazados.
Es mentira, claro, está. La señora era perejil de muchas salsas y desde hace mucho tiempo. Le habían dado cargos públicos y puestos en consejos de administración, entraba y salia de Ferraz como, viene al pelo el refrán, «Pedro por su casa». Hasta citó allí a periodistas que, con sabia prudencia, cambiaron el lugar de encuentro y hace ya varios meses que El Confidencial, el medio de comunicación que ha ofrecido la primera prueba de su cometido en las cloacas, alertó sobre sus intenciones. Vamos, que no actuaba sola, que tenía respaldo, que era una «veterana» en tales artes y que quienes conspiraban con ella sabían de sobra, de hecho uno ha dado los nombres, Sánchez y Cerdán, de quienes estaban detrás.
El tinglado se les ha venido abajo y el derrumbe les ha pillado con las manos en la masa. Es tan obvia la verdad, en esta ocasión se puede ver, oír y hasta oler, que hasta para ellos, maestros mundiales en mentir, es imposible el negarla. El coro de papagayos mediáticos las está pasando muy mal, aunque la vergüenza con alpiste se traga mejor, y el consignario de ritual está para desescombrar. Por ello han salido, por lo que, amén de estúpido, les señala aún mas. Que eso es tan torpe y tan obsceno que sus preclaros líderes no pueden ser porque no se parecen en nada, ni en hechos ni hechuras a los que aparecen en esas escenas.
Pero vamos a ver. Si es que son sus trazas y sus mismísimas señas de identidad. Pero si es que tienen su marca y denominación de origen. Pero ¿cuáles son los actos, formas y modos de un Ábalos, de un Koldo o de un Cerdán, de un Tito Berni o un Roldán o de aquel que escondía la urna de votar detrás de un biombo en el Comité Federal?
Pues igualitas que estas y cortadas por el mismo patrón. El desprecio mas total a cualquier norma ética y moral, la prepotencia, la pretensión de impunidad, la grosería y la zafiedad de quienes se sienten por entero por encima de todos, y por supuesto de la ley, son inequívocas señas de identidad. Esas que, además, califican y para aún peor, lo que está quedando al descubierto y destapando a todos ellos en la sucia desnudez de lo que son.
Es mafia, desde luego que lo es, pero no de Hollywood ni con actores que acaban, en su maldad, hasta teniendo glamour. Ni tampoco son nuestros pícaros desde el Lazarillo, el Buscón, Rinconete y Cortadillo hasta el timador recreado por Toni Leblanc. No podemos insultarles comparándolos con estos especímenes enmarranados. Esta «familia» se ha cebado en otras cortes y tiene otro gruñir. «Manca finezza» y sobra manteca. Santiago Segura podrá hacer con ello una maravillosa y descomunal película, un retrato fiel, surrealista, grasiento y alguno en calzoncillos zurraspeados, como manda la tradición. Aunque, desde luego, ya sabe y sabemos, que el Goya no se lo darán jamás.
El volcán de mierda ha entrado en un frenesí de erupciones. La riada de basura baja por todas las laderas. Los intentos de contenerla, añadiendo más basura, no hacen sino aumentar el hedor. Las gentes se preguntan qué se puede hacer ante ello. Y desesperan ante el cada vez más rabioso enrocamiento de quienes son los responsables y se aferran, y se aferrarán hasta el ultimo instante, al poder.
Acierta Feijóo en esta ocasión al llamar a la ciudadanía a tomar las calles. Yerran quienes, como siempre, desalientan, «no sirve de nada», a la participación y se equivoca otra vez Abascal con su inútil y resobada moción de censura que solo sirve para perderla y darle una victoria a quien hay que derrotar en las urnas. Porque esa es y no hay otra, la solución. Si la movilización popular es masiva será un paso más y potente en esa dirección. Después habrá que perseverar, aunque eso es mucho pedirle a la derecha.