- Tal vez Sánchez, tan dado a cambiar de opinión, pueda querer rehabilitarla. El otro día lo intentó en Málaga, menudo ejemplo fue a poner
En la España que ha desquiciado Sánchez, la justicia no es igual para todos. Si él que perpetra un delito es dirigente del PSOE no entra en la cárcel y hasta es posible que le redima el Constitucional. Ya veremos como sale Magdalena Álvarez, una de las peores ministras de Fomento de la historia, de este lance. No me atrevo a hacer un pronóstico, ya que tengo todavía fe en la ecuanimidad de Conde Pumpido, que dice ser un gran jurista.
A Magdalena Álvarez la recuerdo muy bien por dos razones. Una por llamarle a la compensación que Aznar le había hecho a Galicia después del Prestige en materia de infraestructuras «Plan Galicia de la mierda». Ya se encargó ella de cargárselo y de que no se hiciese absolutamente nada de lo prometido por el gobierno del PP. Me viene también a la memoria de manera nítida, en 2008, al lado del entonces presidente gallego, Pérez Touriño, asegurar que el AVE llegaría a Galicia en 2012. Pasaron exactamente doce años desde aquella falsedad. El AVE arribó a Galicia el otro día, es decir en el 2024, tarde, mal y arrastro. Resulta que ella no había encargado ni un solo papel para que el tren de alta velocidad alcanzase el noroeste. Mentía como en tantas otras ocasiones y engañaba al propio Touriño y a cientos de miles de gallegos. EL BNG, ese partido que dice defender los intereses de Galicia, la salvó de ser reprobada en el Congreso de los Diputados. Lo hicieron por un plato de lentejas, que no siquiera llegó.
Como esas gestas, Magdalena tuvo bastantes. Fue la ministra peor valorada de la era Zapatero. Con anterioridad, durante diez años, llevó las finanzas de la Junta de Andalucía y, al parecer, no se enteró de nade de los ERES, la estafa multimillonaria perpetrada por el PSOE a cargo del dinero de los parados.
Llama la atención el perfil que los socialistas suelen enviar desde Andalucía al resto de España: Magdalena Álvarez y María Jesús Montero, dos máquinas de ofender a la ciudadanía y de faltar al respecto al oponente político. Los conceptos democráticos más elementales no van con ellas.
Tengo guardadas en mi hemeroteca audiovisual esos dos momentos de agravio de Magdalena a los gallegos: «el plan Galicia de la mierda» y el AVE en 2012. Por eso no habría que procesarla, no hay materia, ni tendría que pasar por ello por el Constitucional, pero moralmente fue una indignidad, como tantas otras en su carrera no se puede insultar y mentir de esa manera.
Tal vez Sánchez, tan dado a cambiar de opinión, pueda querer rehabilitarla. El otro día lo intentó en Málaga, menudo ejemplo fue a poner. Tal para cual. Si las máquinas del handling de Barajas hablasen… Ahora es posible que diga la verdad, pero yo ya no la creo, es la maldición de quien mintió en su día.