EL CORREO 31/07/13
TONIA ETXARRI
Cincuenta sociedades públicas menos. Cuarenta y siete directivos se quedan sin el caramelo y doscientos treinta y cinco millones de euros ahorrados, en consecuencia. Así de categórico se puso ayer el lehendakari Urkullu para presentar su plan de adelgazamiento de la administración pública vasca. Se había comprometido a ello y ahora parece estar en consonancia con el informe del gobierno de España cuando , a través de su vicepresidenta Soraya Sáenz de Santamaría decía que había llegado «el momento del sacrificio para los políticos». Pero el lehendakari lo quiere hacer a su manera. Que duela lo menos posible. De ahí su énfasis al decir que sus medidas no van a suponer una merma de la calidad de servicios y no van a reducir empleo. Para que los sindicatos luego no interpreten que si no se renuevan contratos estamos ante casos de despido. O que nadie piense que si no se renuevan servicios perdemos prestaciones. Pero el lehendakari, al querer hacer su tortilla sin romper huevos, dejaba ayer sobre la mesa una pregunta inquietante sobre la que está dando vueltas la oposición. No tocará las embajadas ni el Ararteko,desde luego. Pero si puede prescindir de cincuenta sociedades públicas sin que tiemblen las estructuras de Lakua…¿es que se trata de entidades que sobraban? En estos más de treinta años de gobierno autónomo se ha ido generando un andamiaje tan desmesurado que ha habido despilfarro en tiempos de bonanza?
Cuando el Parlamento vasco comenzó a debatir cómo adelgazar la administración, en tiempo de Patxi López, Euskadi mantenía 450 empresas públicas, entre el gobierno, las tres Diputaciones y los 251 municipios , que daban empleo a más de 45.000 personas de un cuerpo total de funcionarios que, en 2010, se calculaba en torno a los 77.000 trabajadores. El lehendakari socialista era consciente de que la reducción de fundaciones y empresas públicas implicaría despidos. Finalmente no utilizó las tijeras en las empresas públicas aunque recortó en un 20% los gastos en industria, agricultura y medio ambiente. Y, sobre todo, dejó, a través del informe de la comisión de duplicidades, un dato demoledor: la Comunidad autónoma vasca había gastado 403 millones de euros en servicios que las administraciones estaban ofreciendo por duplicado. Eran las conclusiones de un estudio que había realizado un análisis comparado en materia de aeropuertos, universidades, Palacios de congresos y hospitales. Lo cierto es que durante los treinta años de gobierno autonómico se ha creado artificialmente una estructura que ahora se le antoja exagerada, por duplicada e ineficaz , al propio heredero del nacionalismo con pretensiones. Toca desmontar. La fusión de los tres parques tecnologicos en una sociedad. Reducir de 12 a 3 polígonos industriales. El museo vasco del ferrocarril se queda sin Fundacion. Pero los socialistas insisten en que el lehendakari debe atreverse a sacudirse el oropel no sólo del gobierno vasco sino de toda la estructura de la administración pública. El PP se apunta un tanto porque, en tiempos de Basagoiti abrieron el melón desde su atalaya de socios preferentes de los socialistas. Pero si Urkullu pasa de las musas al teatro, sabe que se va a encontrar con problemas. Muchos recolocados podrían sentirse traicionados. Tiene un reto sugestivo: recortar sin trampas. A ver cómo lo hace.