Mal ejemplo para la convivencia

XABIER GURRUTXAGA, EL CORREO 04/04/14

· En la mayoría de las ocasiones los ceses y las dimisiones en la política se justifican ante la opinión pública acudiendo al socorrido argumento de los ‘motivos personales’, como queriendo desvincular la decisión de cualquier situación de crisis o división política. Como las ‘razones personales’, salvo excepciones, no se explicitan, la ciudadanía no se las cree y prefiere quedarse con otra explicación más razonable. Esta semana hemos conocido la dimisión de la directora general de San Sebastián 2016, Itziar Nogueras, y la destitución de Txema Urkijo en el equipo de la Secretaría de Paz y Convivencia del Gobierno vasco. Ambas son expresión de una crisis larvada en el tiempo.

En el caso de San Sebastián, la situación es grave, pues lejos de una crisis coyuntural los datos apuntan a una permanente incapacidad de los responsables institucionales (Ayuntamiento, Diputación, Gobierno vasco y Gobierno central) para conducir el proyecto de ‘Donostia 2016, Capital Europea de la Cultura’, desde el consenso, la lealtad institucional y bajo un liderazgo asumido y compartido por todos. Más allá de la discusión sobre la idoneidad de la exdirectora general, es lamentable que a estas alturas el desarrollo del proyecto de la capitalidad se encuentre sin una dirección consolidada, aceptada y reconocida por las instituciones concernidas. Y produce sonrojo que sean precisamente las instituciones europeas las que estén requiriendo a la resolución inmediata de este grave problema.

La destitución de Txema Urkijo expresa igualmente una evidente situación de crisis en el seno de la Secretaría de Paz y Convivencia. Al igual que sucede con los ceses por ‘causas personales’, es muy difícil aceptar que el motivo real de la destitución hayan sido las diferencias observadas en relación con la «metodología de trabajo en común», negando la existencia de desacuerdos políticos. Txema Urkijo que también aludió ayer a los problemas de relación y de metodología de trabajo en el equipo de Paz y Convivencia, afirma que desde la constitución del grupo se ha impuesto un modelo de relación y trabajo jerarquizado, basado en «decisiones tomadas de antemano» y donde se ha visto apartado tanto en la reflexión como en la toma de decisiones, por lo que las iniciativas correspondientes a su área, las referidas a las víctimas, han perdido relevancia, frente a otras iniciativas que se han potenciado más.

El exintegrante de la Secretaría de Paz y Convivencia afirma que este modelo de relación jerarquizada ha llevado a una situación de «ostracismo de la parte más débil», en referencia a sí mismo y a la función que se le asignó. Un ejemplo ilustrativo de esta posición de excluido es el de su participación en la discusión del plan de paz, que, según él, se ha reducido a efectuar alegaciones, «como cualquier otra asociación». El resultado de este modo de proceder, según Urkijo, es que se ha producido «cierto escoramiento del equilibrio esperado por el lehendakari al diseñar la configuración de la Secretaría de Paz y Convivencia».

Las diferencias surgidas de la metodología de trabajo en común explicadas de la forma en que lo ha hecho el destituido adquieren otro significado y sobre todo otra dimensión. No estamos ante un problema de funcionamiento de un equipo de trabajo, ni de una cuestión de caracteres, aunque puede haber incompatibilidad. La explicación dada nos lleva directamente al ámbito de la política, de las iniciativas y de las prioridades en materia de paz y convivencia. Urkijo echa de menos «un gesto de este Gobierno con las víctimas del terrorismo y que sea relevante y notorio».

Es un ejemplo de en dónde se sitúa la discrepancia. Lo que resulta desalentador es que en un órgano cuyo cometido es la paz y la convivencia y donde el diálogo se entiende como imprescindible para la resolución de conflictos, se resuelvan con el cese las situaciones de desencuentro. Un mal ejemplo.

XABIER GURRUTXAGA, EL CORREO 04/04/14