El lehendakari Urkullu acertó ayer cuando calificó de ‘difícil’ la situación económica actual y cumplió con su obligación de animar a sus administrados cuando nos aseguró que el año que viene se arreglarán las cosas. El problema está en que resulta muy difícil creerle, a la vista de la evolución de los datos. Los precios de la electricidad no paran de subir, empujados por el gas y los costes de las emisiones de CO2. A partir de ahí, los precios de todos los productos se tensionan, lo que comprime los márgenes de las empresas y encarece la cesta de la compra de los ciudadanos. Con la inflación desbocada, habrá que ver cómo se presentan las negociaciones salariales y será necesario revisar las pensiones -eso está prometido-, y vendrán las presiones de los salarios públicos para evitar que los funcionarios pierdan capacidad de compra. Lo cual provocará apretones en los presupuestos públicos, que deberán afrontar gastos no previstos. Todo ello sucederá en un entorno de endurecimiento de las políticas monetarias y, quién sabe, si de subidas de tipos de interés.
¿Exagero? ¿Sí, dónde? ¿Y sobre qué razón o dato podríamos sustentar la esperanza de una pronta mejoría en el 2022? ¿Acaso van a bajar los precios del gas? Sinceramente, no lo veo. Los precios se han triplicado, lo cual no ha sucedido por culpa de un aumento de similar entidad en su demanda. Es decir, no suben porque los compradores hayan triplicado sus compras. ¿Entonces? Si los productores de gas tienen la posibilidad de vender a esos precios sin perder ventas, ¿van a reducirlos por un súbito ataque de generosidad? ¿De verdad que les ve usted caras de generosos a personajes como Vladimir Putin o a los jeques árabes? Si es así, le deseo que acierte. Yo voy a mirar otra vez sus fotos. La última vez que lo hice me quedé preocupado… Les vi un rictus depredador que no me gustó nada.
¿O cree que los sindicatos, los pensionistas y los funcionarios se van a conformar con subidas del 2% cuando la inflación terminará el año cerca del 6% y empezará el siguiente con mayor ímpetu? ¿Piensa también que los gobernadores de la FED y del BCE serán capaces de soportar las tensiones que implica una situación que conjuga unos tipos de interés nulos o, incluso, negativos con unas inflaciones tan elevadas? Le recuerdo que el gobernador del Banco de Inglaterra ya ha cedido a ellas.
El lehendakari nos dio ánimos con la llegada de las ayudas europeas y los apoyos presupuestarios. Está bien. Es mucho dinero y solo nos falta que llegue pronto y se aplique bien. Dos condiciones que no están garantizadas y sobre las cuales pesan varios precedentes negativos. Vale, confiemos en que llegará pronto y bien. Es mucho dinero, sin duda, pero, ¿es suficiente dinero para compensar todas las dificultades y arreglar todos los estropicios que la pandemia ha causado y se empeña en seguir causando? Lo que usted quiera. O mejor, lo que el lehendakari anuncia.