- La distancia entre la genialidad y la bonhomía de Nacho Cano, por un lado, y la esterilidad y maldad de sus perseguidores no deja de crecer
Ha despegado la tercera temporada de Malinche pese al intento de asesinato civil contra Nacho Cano, creador del musical y artista inmarcesible. Gatillazo en la venganza woke contra ese que ha triturado la leyenda negra desde el entretenimiento. ¿Cómo se atreve a estrenar una ópera rock por todo lo alto sin demonizar a Cortés? ¿Cómo osa exhibir cruces sin burlarse? ¿Cómo que ha batido récords de taquilla? ¿Cómo que va a estrenar en México? ¿Qué se ha creído este tío? ¡A por él! ¡Tranquilos, artistillas del régimen que no vendéis una escoba! ¡Reine la calma entre los críticos musicales, teatrales, culturales, y entre los columnistas estabulados, que el equipo marlascrimen se encarga de poner orden! ¡Serénense nuestros queridos apesebrados, dulce lastre de nuestras administraciones a los que hay que echar de comer con giras pueblerinas de verano, que la unidad de marlascrimen no va a permitir tan nocivo ejemplo! ¡Un proyecto artístico que no recibe un euro público! ¡El comisario de Leganitos, unos cuantos policías, y el grupo PRISA, se encargan de amedrentar a Nacho Cano enviando, de paso, un general mensaje disuasorio!
Amedrentar a Nacho Cano. Me parto. Antes te mete él a ti el pirulí por la Moncloa. El truco que ha usado la policía de la cultura es inverosímil y absurdo. Una prueba más de lo lerdos que son nuestros censores y represores. ¡Explotar inmigrantes! Se refieren a formar artistas mexicanos para que representen Malinche en su país, que es lo que van a hacer en unos meses. Quien explota inmigrantes, quien maneja el negocio de la inmigración ilegal, es un denso entramado de administraciones y oenegés cuya última preocupación es el futuro de los que entran ilegalmente. Occidente se enfrenta al desafío de la inmigración ilegal masiva y España alimenta chiringuitos que operan, so capa de solidaridad, como engranajes necesarios en la maquinaria del tráfico de seres humanos. La inseguridad aumenta en consecuencia y, con un par, lo niega el mismo Marlaska al que obedece la partida de la porra cultural. Y resulta que los únicos inmigrantes en los que se fijan los polis de Leganitos son los legales y temporales a quienes Nacho Cano ha ofrecido un futuro que jamás habrían tenido.
La distancia entre la genialidad y la bonhomía de Nacho Cano, por un lado, y la esterilidad y maldad de sus perseguidores no deja de crecer. La última piedrecilla de la fracasada lapidación la lanza el pseudomedio de Ignacio Escolar: amplio despliegue sobre… un despido improcedente. Pobre gente. Malinche ha tenido unos 165 empleados en cada una de sus temporadas. Y van tres. Todos pagados con dinero privado, sin subvención alguna. La empresa había reconocido la improcedencia; solo se dirimía el montante de la indemnización, fijado por fin en 24.000 euros en aplicación de convenio de actores y actrices de Madrid, y fue satisfecho por la empresa. ¡Notición de la fábrica de fango de Sánchez! Escolar, hijo, que Nacho no lleva el tema gestoría. Dejad de haceros daños, tronco.