Ignacio Marco-Gardoqui-El Correo

  •  Si Feijóo llega al Gobierno se va a encontrar con más frentes activos que en el Donbás y sólo le queda rezar para que la economía crezca y mucho para evitar los ajustes

Si hoy gana Feijóo será un milagro y si pierde el dúo Sánchez-Díaz una catástrofe, sobre todo en el terreno personal. Es que no hay comparación, oiga. Ponga en un platillo la ampliación de los derechos consolidados y sume una lista interminable de nuevos derechos. Todo gratis, todo sin que nadie le pida por ello el menor esfuerzo añadido. Piense que si es estudiante podrá pasar de curso sin tener que aprobarlo todo, que si es trabajador va a trabajar menos horas, sin ninguna merma de salario, piense que va a disponer de todo tipo de ayudas, a la vivienda, a la energía, a los viajes en interrail, para ir al cine… y un enorme catálogo que, como lo conoce le evito la repetición.

Y ahora compare todo eso con el peligro de que, al asomarse a su ventana, vea en el portal a unos encapuchados blancos con cruces ardiendo persiguiendo a emigrantes; a Urkullu haciendo cola en la oficinas de Lanbide tras haberse clausurado todas las autonomías; a sus queridas pensiones reducidas a la nada y a los presidentes de las grandes compañías afilando los cuchillos mientras agitan los látigos sobre sus espaldas. Compare todo y verá que no hay duda. Le entiendo perfectamente a Pedro Sánchez cuando al cerrarse las urnas en las recientes elecciones municipales no diera crédito a sus ojos y se quedara pasmado ante la ola desatada de ingratitud.

¿Es posible que hoy volvamos a las andadas, que mostremos de nuevo esa extraña e incomprensible mezcla de ineptitud e ingratitud y demos el triunfo en la urnas a esa caterva de terraplanistas, machistas violentos, retrógados y negacionistas de vacunas de toda índole? Las encuestas dicen, con sorprendente intensidad, que es probable, además de posible. ¿Que pasará mañana si sucede tal cosa?

Pues, de entrada, que el nuevo gobierno se va a encontrar con más frentes activos que en el Donbás que despertarán de un letargo de cinco años. Los sindicatos abandonarán su pasada mansedumbre, los independentistas vascos volverán al monte, del que solo bajaron para comprar provisiones y los catalanes desempolvarán sus exigencias máximas: Amnistía y referéndum, como poco. Mientras, la oposición vigilará todos los movimientos y pondrá el grito en el cielo ante la mínima revisión del catálogo de mercedes.

El PSOE, si pierde, se olvidará del estado en el que deja las cuentas públicas y exigirá más gasto

¿Cuáles son las esperanzas de tranquilidad? Pocas. Feijóo tendría que aprovechar el breve periodo de desconcierto que surgiría en el PSOE y de desánimo en Sumar (por la huida de Podemos) para adoptar aquellas medidas que, siendo necesarias, no provoquen excesivas algarabías populares. Por ejemplo, el cese de todos los ‘friends&families’, de todos los comisarios políticos que okupan puestos claves de la administración y los han desempeñado con fidelidad partidista canina y eficacia inexistente. Empezando claro, por el ‘mago’ Tezanos, como máxima expresión y mejor representante de ellos.

Pero sobre todo tendrá que rezar. Su mayor y mejor esperanza es que España crezca. Que crezca mucho para que la recaudación aumente (no espere grandes rebajas de impuestos con carácter inmediato) y evite los ajustes que serán imprescindibles a poco que Europa se mantenga firme en sus exigencias de vuelta a la ortodoxia fiscal e insista en la realidad del estancamiento que refleja el Eurostat. La oposición, si pierde, se olvidará mañana mismo del estado en el que deja las cuentas públicas y exigirá un imposible: mantener el nivel de gasto (exagerado si lo comparamos con nuestro nivel de ingresos) y cumplir a la vez con las exigencias de reducción del déficit y la deuda.

Va a ser divertido. Y si gana Sánchez, todavía más. La recomposición del gobierno Frankenstein II será algo formidable… La solución (?), tan cerca como mañana.