Mandelas de imitación

FLORENCIO DOMÍNGUEZ, EL CORREO 11/12/13

· La izquierda abertzale ha tratado en varias ocasiones de asimilar la figura de Otegi con la del líder sudafricano recientemente fallecido.

La izquierda abertzale tiene una extendida costumbre de mirarse en el espejo de toda clase de acontecimientos internacionales que le sirvan para reforzar sus puntos de vista. Se negocia la paz en Irlanda del Norte y a los dirigentes de Batasuna les sale la barba de Gerry Adams; Escocia promueve un referéndum de independencia y todos adoran a Alex Salmond; la OTAN libra a Kosovo de la represión serbia y los militantes de la izquierda abertzale sienten como auténticos albanokosovares.

Tras la muerte de Nelson Mandela no han podido resistir la tentación de hacer paralelismos entre el fallecido dirigente sudafricano y Arnaldo Otegi, pero esta actitud no es nueva. La izquierda abertzale lleva muchos años tratando de lucirse con plumas ajenas, con las del líder político que acabó con el apartheid.

En 1999 Arnaldo Otegi hizo un viaje a Cuba con un propósito fundamental: conseguir una reunión con Fidel Castro y pedirle al líder cubano que mediara ante Nelson Mandela para que éste se trasladara al País Vasco y asistiera a una reunión de la Asamblea de Municipios Vascos Udalbiltza. No consiguió nada. Ni Castro recibió al dirigente de HB ni mucho menos hizo gestiones ante Mandela.

Cuando Batasuna fue ilegalizada, en una decisión avalada por la Corte Europea de Derechos Humanos, la izquierda abertzale importó el término «apartheid» para definir su situación en un

Hasier Arraiz, líder de Sortu, en un homenaje a Mandela. intento de estigmatizar la democracia española y equipararla al régimen racista de Pretoria.

La izquierda abertzale volvió a echar mano de simbología sudafricana cuando Arnaldo Otegi fue encarcelado por el ‘caso Bateragune’. Entonces pusieron en marcha una copia de la campaña mundial de solidaridad que se había realizado en apoyo a Mandela difundiendo el número de preso del líder del Congreso Nacional Africano. Claro que Mandela tuvo a su favor que su número de recluso, el 46664, era corto, fácil de recordar y capicúa y eso ayuda mucho en el marketing político, máxime si, además, tiene detrás una causa justa. El de Otegi, en cambio, es un número de diez cifras, más largo que el DNI, y necesitas andar con una chuleta en el bolsillo si quieres recordarlo. Eso no ayuda para la propaganda y menos cuando la causa deja tanto que desear.

El propio Otegi ha fomentado deliberadamente su comparación con el líder sudafricano. En una entrevista publicada en octubre de 2010 se refería a su encarcelamiento diciendo que procuraba «aprovechar mi estancia forzosa (en prisión) para, siguiendo las recomendaciones de Nelson Mandela, intentar prepararme y formarme aún más».

La imagen de un Mandela encarcelado como terrorista y convertido luego en presidente y líder político reconocido también es utilizada por la izquierda abertzale para forzar paralelismos. Se olvidan de mencionar que Mandela luchó contra un régimen político que negaba los derechos de la mayoría y que la izquierda abertzale ha luchado contra un sistema democrático avalado por la mayoría. Una diferencia que echa por tierra cualquier paralelismo.

FLORENCIO DOMÍNGUEZ, EL CORREO 11/12/13