EL CORREO 11/02/14
ALBERTO AYALA
· La gran incógnita es si la presidenta del PP vasco logrará o no el plácet de Rajoy para cargarse a su ‘número dos’
· Nadie contempla ni dos listas ni un fuerte voto de castigo a Quiroga en puertas de unas elecciones europeas
La presidenta del PP vasco, Arantza Quiroga, parece decidida a demostrar por la vía de los hechos que esa expresión de ‘mano de hierro en guante de seda’ le viene como anillo al dedo. Ayer dio un nuevo paso en esa dirección, lo que agudizó la tormenta interna en el seno de su partido que llevaba larvada desde hace algunas semanas.
La líder conservadora no había confirmado oficialmente la noticia que desveló EL CORREO en enero: su deseo de cargarse a su ‘número dos’, el alavés Iñaki Oyarzábal, en el congreso de San Sebastián de marzo. Ayer, tras escuchar la intervención del alcalde de Vitoria, Javier Maroto, en el Forum Europa, en un hotel de Bilbao, se reunió en la sede del partido con los tres presidentes provinciales, a los que confirmó, al fin, sus deseos.
Según algunos medios, Quiroga podría haberse ido a almorzar más tarde con el presidente y la secretaria general del PP de Bizkaia, Antón Damborenea y Nerea Llanos, respectivamente. No sería extraño porque si la maniobra le sale bien parecen los mejor colocados, sobre todo Llanos, para convertirse en la nueva ‘número dos’.
La tormenta, pues, está servida. Tanto el líder alavés y portavoz en el Congreso de los Diputados, Alfonso Alonso, como el guipuzcoano, Borja Sémper, dejaron claro a Quiroga su apoyo a la continuidad de Oyarzábal quien, además, cuenta con el respaldo de la organización alavesa casi al completo, de la mayor parte de la de Gipuzkoa y de relevantes barones vizcaínos.
Bendecir el ‘dedazo’
Quiroga es quien ha impuesto la celebración del congreso de marzo para reforzar el liderazgo que heredó por el expeditivo procedimiento del ‘dedazo’ de su precedesor, Antonio Basagoiti. Entonces, ¿por qué arriesgarse a enturbiar el desenlace del cónclave abriendo una batalla por la secretaría general? ¿Para contentar a Bizkaia (la provincia con más afiliados, que no tiene ni la presidencia, ni la secretaría ni la portavocía) en perjuicio de una Álava que es su principal granero de votos y de poder en Euskadi? ¿Tiene –o espera– el plácet de Mariano Rajoy y/o de María Dolores de Cospedal para llevar a cabo la operación?
Desde que Basagoiti le cedió el cetro de mando, el PP de Quiroga ha parecido que por momentos se deslizaba por una montaña rusa. No por haber cuestionado en algún instante la línea centrada y aperturista que impulsaron Alonso, Basagoiti, Oyarzábal o Sémper, y que les ha llevado a ser vituperados con extrema dureza por el antiguo poder encarnado en los Mayor Oreja, Iturgaiz o San Gil.
Pero un día el PP arremetía contra el pacto fiscal PNV-PSE y días después lo rubricaba sin ningún cambio de fondo, para no perder comba política. Hace pocos días la líder popular insistía en mantener una línea de colaboración con el PNV y hasta se permitía afear en público al diputado general de Álava, Javier De Andrés, por recordar a los jeltzales que ‘jamás’ apoyaron ninguna de las medidas de los sucesivios gobiernos de España que más daño han hecho a ETA. Y desde el viernes Quiroga se ha deslizado por un tobogán dialéctico contra los peneuvistas que culminó ayer preguntando a Urkullu nada menos que «si es el portavoz de los presos de ETA».
La batalla puede prolongarse hasta el cónclave. Alfonso Alonso jugará fuerte en favor de su amigo Oyarzábal en su doble condición de portavoz en el Congreso y estrecho colaborador de la vicepresidenta Soraya Sáenz de Santamaría. Si gana, Quiroga quedará tocada. Si pierde, será el político alavés quien vea cortocircuitada la línea directa que le garantiza Oyarzábal.
Los conservadores vascos solo tienen claro que ni pueden llegar al congreso con dos candidaturas enfrentadas ni refrendar a Quiroga con un fuerte voto de castigo o una baja participación en un cónclave por primera vez abierto a toda la afiliación. No en puertas de unas europeas.