ABC 19/03/15
IGNACIO CAMACHO
· Conviene elaborar un protocolo de reacción políticamente correcta ante una eventual masacre islamista en España
ES verosímil, y hasta probable, que un día no demasiado lejano se produzca un atentado yihadista en España. No ha sucedido hasta ahora porque los servicios de información y las fuerzas de seguridad permanecen alertas y porque el número de vocaciones terroristas en nuestro territorio es aún bajo y por tanto relativamente controlable. Pero los disparos suenan cada vez más cerca y quizá no podamos seguir tentando la suerte durante mucho más tiempo; por motivos históricos y geopolíticos éste es un país en el punto de mira de la barbarie islámica, que tampoco necesita muchas razones para desatar su delirio de sangre. Por tanto, y para evitar que la eventual masacre nos vuelva a enfrentar como la del 11-M, parece conveniente ir elaborando un manual de conducta políticamente correcta que unifique la reacción nacional y la conduzca por los adecuados cauces del pensamiento progresista. Se aconsejan a tal efecto a dirigentes políticos, líderes de opinión, usuarios de redes sociales y ciudadanos en general las siguientes pautas fundamentales.
—Insistir con el énfasis necesario en que el terrorismo fanático no tiene nada que ver con el islam, que es una religión de paz, y destacar con solemne engolamiento la obviedad de que la inmensa mayoría de los musulmanes en España son gentes de bien.
—Solicitar airadas explicaciones al Gobierno y al CNI deslizando la sospecha implícita de fallos de prevención y alertas desoídas. Pedir una comisión de investigación parlamentaria urgente y, si fuere necesario, convocar manifestaciones «espontáneas» ante las sedes del PP.
—Explicar en Twitter que la responsabilidad remota y última de la existencia del Estado Islámico es de los Estados Unidos y en particular de George W. Bush por haber invadido Irak… con el apoyo de Aznar.
—Reprochar de racismo e islamofobia cualquier reacción o comentario que sugiera la identificación natural entre las suras coránicas y la llamada a la violencia contra los infieles.
—Recordar el tópico de la tolerante convivencia medieval de las religiones en suelo hispánico como soporte de la reivindicación promusulmana –perdón, multicultural– de la Mezquita de Córdoba, la Giralda y otros vestigios simbólicos del pasado árabe.
—Oponerse con intensa convicción democrática a cualquier atisbo de represalia legal y en especial a la aplicación de la cadena perpetua revisable a los terroristas que resulten capturados.
—Advertir, con potente retórica antixenófoba, contra posibles intentos de revisar la legislación de fronteras y hacer más estrictos los requisitos y controles de la inmigración.
Este protocolo se resume para su buen funcionamiento en dos premisas básicas: defender las bondades del multiculturalismo desligándolo de cualquier relación con la yihad y desplazar, en lo posible, el máximo porcentaje de responsabilidad hacia el Gobierno.