¿Qué pintaba Ibarretxe en Madrid? ¿Fue a convencer a los madrileños de lo mala que es ETA? Hubiera estado bien que presentara esta campaña en Hernani, por ejemplo. O, ya que tanto empeño tiene en reivindicar Navarra, podría haberse ido a Echarri-Aranaz; a convencerles de que dejen vivir a los vivos y a los muertos morir en paz.
A mi regreso, tras apenas un mes de ausencia, me he encontrado en un mundo cambiado. Agur, Arzalluz, agur. Josu Jon, su heredero no deseado, me sorprende con la proclama de construir una nación cívica. Al oírlo, quedé conmocionada unos segundos como si me hubiese rozado el ala de un espíritu del Arriaga. Pero cuando desperté, el dinosaurio seguía allí. Quiero decir que tenía frente a mí el mapa del tiempo de la Euskal Telebista; apenas oculto por una señora que, toda sonrisas, se empeña en que seguirán cayendo chuzos de punta. Ese mapa del tiempo político nos recuerda cada día que Navarra, los Bajos Pirineos franceses y el Condado de Treviño, son y serán Euskal Herria por la voluntad exclusiva de los vascos auténticos.
Pero mis tribulaciones no pararon ahí, porque tras ese mapa, al que sólo faltan ya unas flechas hacia dentro con la leyenda presoak etxera, vino la publicidad. Y me encontré en un spot con una mujer en el momento de descubrirse a si misma en el punto de mira de sus asesinos. Ella empieza a dar vueltas a su angustia sin atreverse a decírselo a sus hijas; se mira en un espejo y maquinalmente empieza a pintarse los labios. Pero el pintalabios se ha convertido en una bala entre sus dedos. Y una voz en off, de hombre, por supuesto, le aconseja que no intente maquillar la realidad. El tono convierte el consejo en una sentencia: «si estás amenazada, no te pintes».
Me enfadé, apagué el televisor y salí a la calle, a desahogarme en el bar donde suelo encontrarme con mi amiga la pintora: -Para una vez que hablan de «la cosa» la enredan aún más…
Mi amiga se mostraba, como siempre, más tranquila: -Pues a mí el cartel no me parece mal. Una bala y un lápiz de labios sobre fondo negro, significa que unos emplean las balas y otros le dan al maquillaje.
-No serán las víctimas las que lo maquillan. En todo caso deberían pensar en camuflarse, para que los etarras y sus amigos no las reconozcan.
-Para mí lo malo es la explicación. Pero tú sabes más, eres profesora de lenguaje.
-Claro, el lenguaje es siempre un maquillaje. Y el lenguaje publicitario más. Y el de los políticos, ni te cuento. Tendríamos que aprender a escuchar lo que no dicen. El texto del cartel maquilla el sentido de la imagen, que es que con la bala y con el pintalabios se busca lo mismo.
-Es que si hablaran de eso, el que debería salir pintándose los labios sería el lehendakari. Y hablando de pintar ¿qué pintaba en Madrid? ¿Fue a convencer a los madrileños de lo mala que es ETA? Hubiera estado bien que presentara esta campaña en Hernani, por ejemplo. O, ya que tanto empeño tiene en reivindicar Navarra, podría haberse ido a Echarri-Aranaz; a convencerles de que dejen vivir a los vivos y a los muertos morir en paz.
-O a Cataluña, al nuevo maquillador en cap, Carod Rovira.
Ainhoa Peñaflorida, EL PAÍS, 28/1/2004