EL CINISMO del presidente Sánchez se exhibió ayer en su desacomplejado llamamiento a la defensa de la Constitución. Él gobierna en España gracias al apoyo de un grupo de asaltantes de la Constitución. La única posibilidad de que su partido gobernara en Andalucía pasaba por su alianza con partidarios de que en Cataluña se convoque un referéndum de autodeterminación, es decir, contra la Constitución. Y este cínico menor pretende ahora erigirse en guardián de una Constitución a la que hay que reconocer el punto flaco de no proteger suficientemente a los españoles del gobierno de los petimetres ridículos.
La llamada del presidente estaba plagiada, según costumbre, de la que hizo Simplemente Susana, en la noche final de su liderazgo político, cuando emplazó a los constitucionalistas a construir un dique frente a la extrema derecha. Hasta ayer aspiraba a gobernar con la extrema izquierda. Es un cambio significativo. Su planteamiento de acotar la gobernanza a los constitucionalistas tiene interés. Ahora lo que necesita es el crédito. Para ganarlo la presidenta debe tomar algunas medidas.
La primera, exigir a su compañero presidente que disuelva las cámaras y convoque elecciones: no puede ser Andalucía el único ámbito de la política constitucional. Diques, diques. Como cuando aquel Borrell y su autopía socialista, ahora hay que hacer diques.
La segunda, que su partido renuncie a presidir la Junta. Susana, simplemente, ha ganado las elecciones. Le espera, aunque en bien del constitucionalismo, el duro y honorable destino de Javier Arenas e Inés Arrimadas, para poner constitucionales ejemplos. En la investidura, la abstención socialista bastará. Se puede transigir con ella, pero solo por la falta de costumbre. De inmediato los socialistas deberán ponerse a trabajar para que la mayoría constitucionalista sea firme y estable durante toda la legislatura. Como demuestra la felona moción de censura que acabó con Mariano Rajoy, la abstención en la investidura no es suficiente garantía constitucional.
Si se confirman estas dos condiciones, el retorno socialista, y por Navidad, a la casa constitucional es una de las mejores noticias que podría haber dado la España democrática. Bien sé que no hay únicamente altruismo en la medida, sino también pura supervivencia. Porque solo de pensar que, tras haber blanqueado al populismo de extrema izquierda, el Psoe blanquease ahora al populismo de extrema derecha, solo de pensarlo, a cualquier constitucional le entraría un negro, cardíaco repeluzno fatal.