EL MUNDO 26/03/14
· Lidera la estrategia del Gobierno para aislar al secesionismo en la esfera internacional
«Nadie puede reconocer en Derecho Internacional el referéndum de Ucrania. La mayoría que ha votado por la secesión de Ucrania viola la Constitución. Por tanto el paralelismo (con Cataluña) es evidente». Este paralelismo que estableció el ministro de Asuntos Exteriores español de la situación de Ucrania con la de Cataluña ha sido muy polémico. Como también la circunstancia de que sea precisamente el titular de Exteriores quien lleve la voz cantante del Gobierno en la confrontación directa con el presidente de la Generalitat por su intención de convocar una consulta independentista. Sin embargo, José Manuel García-Margallo no va por libre, sino todo lo contrario.
Según ha podido saber este diario, el ministro de Exteriores pactó con Mariano Rajoy sus declaraciones sobre Crimea y Cataluña, que se insertan en una estrategia planificada del Gobierno para acorralar a Artur Mas en la Unión Europea. Margallo ha llevado a cabo una intensa labor diplomática para que todos los países de la Unión rechacen de plano cualquier consulta unilateral o declaración de independencia en Cataluña. El objetivo es que los ciudadanos catalanes tengan claro que, a pesar de lo que diga el Gobierno de Mas, Cataluña saldría de Europa con todas las consecuencias en un hipotético escenario de independencia.
Las fuentes consultadas aseguran que es muy coherente que sea precisamente el ministro que se ocupa de temas europeos el encargado de transmitir el relato alternativo al que se está difundiendo por parte de la Generalitat. Se trataría, según los interlocutores de este diario, de crear un caldo de cultivo en los países europeos para que reaccionen de inmediato ante cualquier decisión unilateral del Gobierno catalán sobre su estatus dentro de España. En este sentido, el referéndum de Crimea es paradigmático porque ha sido rechazado sin matices por toda Europa.
Rajoy ha confiado a Margallo el papel de punta de lanza de esta estrategia del Ejecutivo. Un papel que el ministro ha vuelto a ejercer esta misma semana, a propósito de las controvertidas declaraciones de Mas en la capilla ardiente de Adolfo Suárez. Lo hizo desde Filipinas, donde la muerte del ex presidente le pilló de viaje oficial, asegurando que Suárez estaría haciendo lo mismo que hace Rajoy si tuviera que afrontar el desafío soberanista.
La estrategia encabezada por Margallo incluye asimismo su presencia constante en actos públicos en Cataluña. Margallo mantiene, sin embargo, una interlocución con algunos consejeros de Artur Mas, que le han trasladado personalmente varias veces el malestar y el descontento de la Generalitat con sus visitas de los últimos meses a la comunidad catalana y con sus declaraciones. Pero el ministro ha asegurado que seguirá yendo a Cataluña «le guste o no le guste a la Generalitat».
El titular de Exteriores aprovechó una de sus últimas visitas para llamar al conseller de Presidencia, Francesc Homs, y decirle que estaba dispuesto a debatir los informes cruzados del Gobierno central y la Generalitat donde quisiera, incluso en el Parlament. Homs le respondió que le deseaba una «buena estancia» en Cataluña.
Margallo siempre fue un político de informes y documentos, que ahora está utilizando para contrarrestar los argumentos políticos con los que la Generalitat defiende la consulta en todos los foros internacionales. El pasado mes de diciembre ya remitió a las embajadas y consulados de España en todo el mundo un extenso documento titulado Por la convivencia democrática, en el que se auguraba un empobrecimiento de Cataluña en el escenario de la independencia y se advertía de que el separatismo rompe la convivencia. En febrero, un segundo informe ponía cifras al empobrecimiento: el PIB catalán sufriría una caída del 20% con un Estado propio. Hace unas semanas, el ministro repartió un documento sobre la ilegalidad del referéndum de Crimea, dejando claro que quedaba fuera del Derecho Internacional.
Margallo está dedicando buena parte de su tiempo a esta labor jurídica, política y diplomática porque se considera un político preocupado por la unidad de España, pero también alarmado por el cariz que están tomando los acontecimientos en Cataluña. Su confrontación con el Gobierno de Mas es compatible con su convicción de que el conflicto tiene que encontrar vías de entendimiento para evitar el choque de trenes.
El ministro ha trasladado en sus conversaciones con los dirigentes políticos catalanes que es consciente de que en Cataluña existe un descontento social y político en tres materias: lengua y cultura, inversiones directas del Estado y financiación. Por ello cree que el Gobierno debe trabajar también para dar satisfacción a este descontento.