ABC 13/07/16
· La campaña rompió muchos puentes, pero ya es pasado y ambos han abierto una fase de diálogo y colaboración
La reunión que Mariano Rajoy mantuvo ayer con Albert Rivera fue probablemente la más importante de su primera ronda de contactos. Así lo reconocieron diputados del PP, después de llevar semanas y meses escuchando los ataques directos del líder de Ciudadanos contra el presidente en funciones, con afirmaciones reiteradas de que rechazaría una investidura y un Gobierno encabezado por Rajoy.
La cita de ayer en el Congreso era decisiva para el PP, porque debía servir para presionar al PSOE hoy, pero también porque un Gobierno respaldado por 170 diputados siempre es mucho mejor, más estable y más fuerte, que uno con 137 ó 138 apoyos. Al acabar la reunión, Rajoy no ocultó su satisfacción ante los suyos: la maltrecha relación se había enderezado.
La reunión no empezó del todo bien y Rivera se encargó de marcar que las distancias, aunque se hayan acortado, siguen existiendo. Cuando los fotógrafos pidieron a Rajoy y Rivera que se estrecharan la mano por segunda vez, el líder de C’s se quedó sentado y se negó, y dejó al presidente de pie y descolocado. El gesto se quedó ahí, porque, según fuentes de Moncloa y del PP, la reunión transcurrió con cordialidad y ambas partes trasladaron después el mismo mensaje: no se pueden repetir las elecciones y hay tareas urgentes que exigen acelerar la formación del Gobierno y cesiones por parte de todos, también del PSOE. Justo el mensaje que Rajoy quería que llegara bien claro a Pedro Sánchez. Buena sintonía En Moncloa aseguran que entre Rajoy y Rivera siempre ha habido una sintonía personal, aunque la pasada legislatura y la campaña electoral parecieran marcar distancias insalvables. «Lo de la campaña, sobre todo su actitud en el debate, estuvo feo, pero eso ya es pasado y no pesa en el ánimo de Rajoy a la hora de entenderse con él y acercar posturas», comentan en el equipo del presidente de PP.
Y ahora que se ha enderezado la relación, Rajoy no se va a quedar ahí: quiere ir más allá, seguir profundizando en las conversaciones y perseguir el que es su objetivo: un «sí» de C’s en su investidura, y no solo la abstención. De momento, el hielo se ha roto. Falta que el «flirteo» político persevere.
Las relaciones se deterioraron de forma muy acusada durante las sesiones parlamentarias de la pasada legislatura.
En la bancada del PP extrañó la dureza de Rivera, y en las filas naranjas dolieron mucho los abucheos a Rivera. Una actitud que, recalcan, no se repitió con Pablo Iglesias, con quien el PP está mucho más alejado ideológicamente y no es un socio potencial.
Al líder de C’s sí le contrarió que tras su acuerdo con Sánchez el líder popular no aceptase reuniones para sumar al PP a un pacto constitucional. «Me negó la palabra», criticó en su momento Rivera. Llegó incluso a acusar a Rajoy de haber «roto todos los puentes». Ayer vino a reconocer la reunión como un punto de inflexión en las relaciones que «abre puentes y diálogo».
En la formación naranja siempre han sido recelosos porque consideran a las personas más próximas a Rajoy instaladas en la confrontación contra ellos, frente a la actitud más cordial que siempre ha mostrado Pablo Casado, el dirigente más estimado por los naranjas. Y en última instancia, en el equipo de Rivera explican que la forma de liderar de ambos dirigentes les aleja, con un Rivera más activo y un Rajoy que ha hecho de medir los tiempos su gran habilidad. Pero todas las diferencias quedaron ayer superadas. Más por obligación que por convicción, una nueva etapa se ha abierto.