La valoración del comportamiento de los actores en una sala de juicios es tan subjetiva como la opinión sobre una obra de teatro: admite tantas versiones como observadores. Pero, a la impresión de que ayer se contrastó la equivocada estrategia del Gobierno popular en la crisis catalana, se añadió la sensación de que la imputación del delito de rebelión sigue fragilizándose. Cuando se le pidió a Rajoy que mentase un “solo acto de violencia antes del 20 y 21 de septiembre”, el expresidente contestó, lacónico, que no recordaba ninguno en concreto.
Tanto el expresidente como Sáenz de Santamaría se sabían al dedillo la Constitución, pero despejaron algunos balones que debieron jugar y adujeron algunos olvidos imperdonables y que causaron cierta perplejidad. Xavier Melero, defensor de Joaquim Forn y Meritxell Borràs —que destaca con mucho por su técnica de entre los letrados de la defensa—, se empleó a fondo con Soraya, pero dejó marchar a Mariano sin interrogarle. No le hizo falta hacerlo. Él —que no es independentista— y Manuel Marchena fueron los mejores intérpretes de la función. En la que no faltaron los números circenses (pero graves legalmente) de Antonio Baños y Eulàlia Renguant, dos veteranos del ‘show’ político.