- La foto era esta: Marisú Montero, a carcajada limpia con Pujol, líder de una banda familiar de corruptos, defraudador reconocido de 885.000 euros, y padre del golpe de Estado de 2017
Hay sonrisas que reconcilian con la belleza del arte. Como la de la Gioconda. Y carcajadas que encogen el alma porque carecen de sus principales componentes, la alegría y la espontaneidad. Este gobierno nos está obsequiando con un catálogo de risotadas propias de Jocker. Cómo olvidar la carcajada fría como el acero, vengativa y cruel de Pedro Sánchez en la investidura fallida de Feijóo. O la adolescente risotada del ministro Bolaños cuando nos recomienda al peluquero que le alborota el pelo mientras atiza a la Justicia. O la amenazante de Óscar Puente cuando se enfrenta a un periodista que le pregunta por el desastre de los trenes o cuando le pilla jugando al golf, contraviniendo el catecismo del buen progresista. Sin olvidar a Pilar Alegría haciendo honor a su nombre mientras carga contra el juez Llarena desde la sala de prensa del Consejo de Ministros.
Pero este pasado fin de semana del seny catalán, encarnado por el ‘moderado’ Salvador Illa, hemos presenciado una carcajada que tiene música de difuntos, esas sobreactuaciones que inquietan más que tranquilizan, una pintura al natural de la hipocresía de la izquierda, alineada con la corrupción siempre que esta la encabece un socialista o un nacionalista, especímenes con impunidad según el código de conducta sanchista. Resulta que la vicepresidenta primera, María Jesús Montero, se sacudió este fin de semana la arena de la playa y acudió a Barcelona a cerciorarse de que su compañero Salvador Illa cumple con la derogación del Estado del bienestar y rompe con la caja única de la financiación de todas las comunidades autónomas. Justo lo que prometió ella que jamás harían los socialistas.
La foto era esta: Marisú Montero, a carcajada limpia con Pujol, líder de una banda familiar de corruptos, defraudador reconocido de 885.000 euros, y padre del golpe de Estado de 2017. El jefe del latrocinio de francachela con la jefa de la Hacienda Pública a la que este sujeto junto a su familia defraudó un total de 16 millones de euros robando a espuertas el dinero de los catalanes y, en general, de todos los españoles. Retrásese usted, autónomo, en la devolución del IVA o el pago del segundo plazo del IRPF, y verá cómo la ministra de Hacienda le entierra en requisitorias para que devuelva el dinero con intereses de demora y la sanción correspondiente.
Pero en este ecosistema político, el que delinque gana siempre, si su castigo hace peligrar la continuidad de Pedro en La Moncloa. Si eres malversador, pues te amnistían porque has robado por la nación catalana; si has dado un golpe, pues condonada tu pena porque lo hiciste porque el Estado represor no te deja ser independiente y si eres un consumado corrupto, con toda una familia dedicada a funcionar como una organización criminal con millones que iban y venían de Andorra, pues la segunda autoridad del Gobierno te dedica una de sus sonoras carcajadas, que no puede encerrar más que un alma mezquina.
Casi preferimos que la segunda de Sánchez siga escondida para no dar la cara por su vergonzosa hemeroteca con el cupo catalán. Mejor escondida, Chiqui, porque si resucitas para bendecir los privilegios de Cataluña frente al resto de España y para honrar con tu cínica risotada a un sujeto cuya vocación por destruir nuestro país es casi tan grande como la fortuna que amasó ilegalmente con sus churumbeles, pues para eso, Marisú, mejor calladita.